Malú y Albert Rivera, en el programa 'Sálvame'.
Malú y Albert Rivera, en el programa 'Sálvame'.

Semana de feminismo. De reivindicar. De unirnos. Pero también semana de reflexionar sobre algunos hechos que han tenido lugar en los últimos días y que demuestran que falta mucho camino por recorrer. Hechos que quizá no sean tan profundos pero que son un claro ejemplo de cómo las mujeres ven coartada su libertad.

Voy a hablar de dos noticias de las que la mayoría habrá escuchado hablar. Pertenecen al mundo de los famosos y el día de sus publicaciones se convirtieron en trending topic. Y no, no es la entrevista de Jordi Évole a Tita Cervera. Menudo esperpento. Una es la relación de Albert Rivera y Malú. La otra el embarazo de Laura Escanes y Risto Mejide.

Empiezo por la primera. El revuelo que causó el noviazgo de la cantante y el político fue descomunal. E incomprensible. Porque no es normal que una relación sentimental, se dediquen a lo que se dediquen los protagonistas, sea tan criticada. Siempre hablamos del amor libre y defendemos todo tipo de relaciones. Hasta que en la práctica la cosa cambia. Para muestra un botón. Cuando se supo que la cantante de moda y el político de buen ver estaban juntos, manos a la cabeza. No es normal que haya seguidores de Malú que digan que por estar con Rivera van a dejar de acudir a sus conciertos. Ni es normal que votantes de Ciudadanos digan que van a dejar de votar al partido político porque su líder esté con una artista que no les gusta.

Y lo que hay que destacar de todo esto es que la mayor parte de las críticas se las lleva, cómo no, la mujer. Y las recibe por parte de hombres y mujeres. Desde que se conoció que estaban juntos de Malú se ha dicho de todo y poco con buena intención. Que si es una mujer antipática, que si vive encerrada en su casa, que si sus anteriores parejas opinan esto o lo otro, que si no se relaciona con sus vecinos o que si le gustan los hombres pero le han gustado las mujeres. Y digo yo, ¿qué narices tiene que ver todo esto con que Malú se haya enamorado o mantenga la relación que le dé la gana con Albert Rivera? Y encima si se habla de él el punto de vista cambia. Él es el triunfador. Ella la aprovechada. Que quede claro que él no es el macho alfa, ni el político guapo, ni el que va a tener a una cantante como primera dama. Ella no es un trofeo. Al final se trata de dos personas que al parecer han tomado un camino conjunto. Y esto para lo que debería servir es para alabar que dos personas estén juntas independientemente de sus ideas, de sus trabajos, de su forma de ser o de su pasado.

El segundo ejemplo ya es de traca. Una buena noticia. Un embarazo. Una noticia con la que por cierto se había especulado mucho en otras ocasiones. Y por fin es verdad. Pero la sorpresa viene en que cuando se confirma la buena nueva las críticas no cesan. Sobre todo por la diferencia de edad de la pareja y la juventud de ella para ser madre. Laura tiene 22 años y será madre con 23. Risto tiene 48. Y vuelvo a decir, ¿qué narices nos importa la diferencia de edad entre una pareja? Normalmente, al menos en los casos conocidos, es la mujer la de menor edad. Tengo casos cercanos de mujeres que te confiesan con la boca pequeña que su pareja es bastante mayor y te advierten de que no te asustes si un día lo conoces porque puede parecer su padre. Y me resulta muy triste que aún estemos en este punto.

El motivo de que una mujer se avergüence de esto es por cómo la sociedad se lo toma. Repito, ¿qué nos importa si entre dos personas que se enamoran hay muchos años de diferencia? Y otra vez vuelve a pasar. El pensamiento mayoritario es que la mujer es la caradura, que la mujer busca un beneficio. El hombre, sin embargo, como es el mayor lo que hace es cuidarle y darle todo lo que tiene. Y si encima ella se queda embarazada, es más aprovechada todavía. Aunque haya sido decisión de los dos, aunque sean felices, lo más fácil es criticar a la mujer. Y vuelvo a preguntar, ¿qué más nos da que una mujer sea madre a una edad u otra siempre que pueda mantener a su hijo?

Quizá estos dos ejemplos les resulten banales. Pero hablar de las críticas que reciben las famosas por temas como estos tiene algo importante. Y es que en ellas podemos ver reflejadas a muchas mujeres. De nuestro entorno o desconocidas. Pero que se enfrentan a sus mismas críticas y además las reciben de las personas más cercanas. Y digo yo, que mientras todas las Malús y todas las Lauras sean felices y tomen sus propias decisiones, lo demás no debería ser objeto de crítica ni de debate. Ese respeto es parte del feminismo.

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