No caigan en la torpeza de atacar a un residente que es cliente de sus negocios durante todo el año. Lleguemos a un término medio que quizá no deje feliz a nadie, pero satisfechos a todos. 

Cuando los argumentos que utilizas consisten en pretender el menoscabo de los derechos de la otra parte, que no la contraria, es que tus argumentos son absolutamente inexistentes. Aún me estoy frotando los ojos, no me creo lo que he leído varias veces durante la mañana. Los hosteleros del centro de Jerez han solicitado mediante escrito la ampliación de los horarios de celebración de Zambombas en la vía pública durante los fines de semana y las vísperas de festivos. Y es una petición comprensible viniendo de donde viene, faltaría más que un colectivo que genera y produce riqueza y del que subsisten muchas personas no pudiera defender sus intereses. Incluso la ampliación de ese horario de finalización podría verse como algo no demasiado descabellado. El problema no es ese, sino el escrito en sí y su contenido, el hecho de lo escrito y cómo se ha escrito.

Pocas veces he visto un documento que utilice unos razonamientos tan inconexos con la finalidad que se pretende conseguir. En él, los negocios señalan que están de acuerdo en que en todo momento tiene que considerarse el derecho al descanso de los residentes pero agregan que "en fechas señaladas y éstas lo son, éste debe estar supeditado al bien general" (sic, con faltas y todo). Claro que sí, los residentes en ningún caso y momento pertenecen a ese grupo, por lo visto elitista, que administra el “bien general”. ¡Bravo, bravissimo! Y es que resulta evidente que el esfuerzo que los residentes realizan por mantener en pie lo poco que queda del centro histórico, aun superando trabas administrativas rocambolescas, no contribuye el bien general y que sus derechos tienen que estar supeditados a lo que disponga el lobby hostelero. Después la demencia lleva a comparar las Zambombas con el Carnaval de Cádiz o las Fallas de Valencia, como si unas fiestas de una semana de duración se pudieran equiparar a las Zambombas que, quitando el acotamiento de las que se celebran en vía pública, se prolongan durante un mes y medio. Por cierto, no deja de ser contradictorio que se reclame la espontaneidad de la celebración cuando llevamos dos meses viendo en las redes sociales carteles anunciando Zambombas en lata, súper espontáneas….

“Hay que ser conscientes de la zona en la que viven, por tanto se debe tender a la insonorización de las viviendas”. ¡Ole, joe, con un par! ¿Para qué vamos a hablar de incumplimientos de las leyes y normativas medioambientales en materia de ruido, no? Es mejor que los sosos residentes se enclaustren en su casa, como si fuese un búnker, y que me dejen a mí hacer lo que me salga del ciruelo, que para eso me estoy buscando la vida. Y, además, ¿qué tiene que ver esto con las Zambombas? ¿Puede haber alguien tan descocado que piense que en época de Zambombas va un vecino a denunciar a aquellas que vayan más allá de las doce de la noche? ¿Acaso a nosotros no nos gustan las Zambombas? ¿O es que también van a venir ellos a decirnos, aparte de cómo tenemos que vivir en nuestras casas, lo que nos gusta y lo contrario? Y ya el culmen es la excusa del turista que viene a las Zambombas y se queja de que terminan muy pronto. Se ve que lo de poner en muchos locales en época navideña el cartel de “averiado” en los servicios, abocando a las personas a mear en la calle como animales, no es motivo de queja alguna. Eso sí escandaliza, sin embargo todavía no he visto ni un solo negocio de hostelería ni una asociación de hosteleros quejarse por la ruina patrimonial que padecemos, nunca se han adherido a manifiesto alguno que reivindique la regeneración del centro histórico, lo que sí provocaría un aumento de la actividad y la economía durante todo el año. ¡Qué cinismo, por Dios! Nosotros sí que vemos a diario a turistas escandalizados, horrorizados, cuando pasan por plaza Belén con cara de circunstancias o ven el estado de Riquelme y los solares convertidos en selvas tropicales. Eso sí que hace daño todo el año y por lo que hay que pelear, porque revertiría en beneficio para todos, pero eso no lo veis. No lo veis.

Que defiendan sus intereses, pero con sus propios argumentos y principios, que los tienen y de sobra, sólo tienen que pensar un poco. Porque meternos en el ámbito de la otra parte, que no la contraria, lo sabemos hacer todos. No caigan en la torpeza de atacar a un residente que es cliente de sus negocios durante todo el año. Lleguemos a un término medio que quizá no deje feliz a nadie, pero satisfechos a todos. Porque los vecinos, al igual que los negocios, van a seguir siendo vecinos y estando ahí siempre, como las Zambombas. Y que sea por muchos, muchos años.

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