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No te pierdas el último 'Dedo en la Llaga' de Pedro Grimaldi.

Llevo varios días recibiendo fotos y vídeos ridiculizando a la alcaldesa del PP de mi pueblo (digo bien, pueblo) y su propuesta de abrir una brecha hasta el Atlántico a la altura del Parque González Hontoria. Muchos colegas a los que les había perdido la pista han reaparecido desde A Coruña, Badalona, Bilbao, Madrid o Bristol, preguntándome si este verano les voy a invitar a unas sardinitas y a unos pimientos, entre baño y baño, en la playa de Jerez. Luego, ya más en serio, se interesan por el estado de salud de la alcaldesa (del PP), o si es que fuma cigarritos de la risa. Confieso que mis amigos son ocurrentes. En su día también me preguntaron si María José García-Pelayo (del PP) estuvo en la boda de Alejandro Agag y Ana Aznar… Por aquello de la Gürtel, imagino. Pero a mí todo esto no me hace ni puñetera gracia.

Dentro de quince días vamos a decidir quién dirigirá Jerez los próximos cuatro años, una ciudad de 215.000 habitantes y un presupuesto municipal cercano a los 250 millones de euros. Si en vez de votantes fuésemos accionistas de la empresa JEREZ, la actual presidenta del consejo de administración, o sea María José García-Pelayo (del PP), sería cesada por la asamblea de accionistas de forma fulminante, e incluso le exigirían responsabilidades por haber despilfarrado el patrimonio de los dueños de la empresa -que son los ciudadanos- y llevarla a la ruina. Los accionistas mirarían el balance y comprobarían que, donde había 29.000 parados, ahora hay 35.000; que el saldo de la deuda ha engordado hasta más de 1.000 millones de euros sin que luzca en la calle,  y que antes el agua era suya y ahora de Esther Koplowitz. También repararían en que la empresa expulsó a 260 trabajadores de forma arbitraria por una puerta y metió a 400 por la otra, y que a una parte de la plantilla se les pagó más de 20 millones de euros en sobresueldos sin más criterio que el porque me da la gana. Seguramente los accionistas se fijarían en la lista de irregularidades, denuncias y condenas en materia laboral, y en el hecho extraordinario y gravísimo de que la máxima dirigente de la empresa figura en informes policiales y de la Intervención General del Estado por su presunta vinculación a una trama corrupta. No hay duda de que la asamblea, mirando por sus intereses, desalojaría a la presidenta del cargo de inmediato. Y más aún tras comprobar que, para colmo, mintió anunciado un superávit de 35 millones de euros en las cuentas de 2013 cuando en realidad había un déficit de 56.

Si en vez de votantes fuésemos accionistas de la empresa JEREZ, la actual presidenta del consejo de administración sería cesada por la asamblea de accionistas de forma fulminante

Cuando Jerez tenía su propio relato de ciudad (digo bien, ciudad) a nadie se le hubiera ocurrido la patochada de la playa. Entre otras razones, porque su centralidad regional, liderando un gran territorio que se asoma al Atlántico y al Mediterráneo, ya le hace disfrutar y rentabilizar todas las playas del arco que conecta Jerez con la desembocadura del Guadalquivir y la Bahía de Cádiz. Lo que pasa es que ya no se habla de territorio, ni de diseño metropolitano, ni de capitalidad logística, ni de gestión del espacio urbano, ni de reformular símbolos y tradiciones culturales (como el flamenco) para convertirlos en oportunidades de negocio y riqueza. Nadie defiende el municipalismo -aquí manda Montoro- ni reivindica la autonomía del Ayuntamiento para, con la complicidad colectiva, plantear qué ciudad queremos para vivir y convivir e intentar ser felices.

Las elecciones nunca se ganan. Las pierde el que gobierna. En Jerez lo razonable sería que las perdiese María José García-Pelayo, que es del PP, del Partido Popular, aunque le fastidie y asquee identificarse con sus propias siglas. Lo razonable sería que las perdiese la alcaldesa que regala entradas del circuito, que tanto criticó; la que hace clientelismo con hermandades y peñas, que tanto criticó; la que gasta el dinero público en propaganda y compra de voluntades, que tanto criticó; y la que gobierna con formas despóticas y trata como a imbéciles a miles de jerezanos, atónitos ante la deriva municipal y hartos de suciedad, despilfarro, paro y miseria… Dicho lo cual, lo higiénico y razonable, y lo mejor para la empresa JEREZ, sería que el 24 de mayo el peso de los votos en contra de la alcaldesa (del PP) la haga naufragar en la playa de sus delirios… Juntos, y pensando en Jerez, seguro que es posible.

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