Invesputación o impustigación

Foto Francisco Romero copia

Licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla. Antes de terminar la carrera, empecé mi trayectoria, primero como becario y luego en plantilla, en Diario de Jerez. Con 25 años participé en la fundación de un periódico, El Independiente de Cádiz, que a pesar de su corta trayectoria obtuvo el Premio Andalucía de Periodismo en 2014 por la gran calidad de su suplemento dominical. Desde 2014 escribo en lavozdelsur.es, un periódico digital andaluz del que formé parte de su fundación, en el que ahora ejerzo de subdirector. En 2019 obtuve una mención especial del Premio Cádiz de Periodismo, y en 2023 un accésit del Premio Nacional de Periodismo Juan Andrés García de la Asociación de la Prensa de Jerez.

Resuenan en mi cabeza ecos de La chaqueta metálica, en la que el magistral Kubrick ironiza sobre los cambios semánticos en los conflictos armados para que la guerra parezca menos guerra. Recuerden cómo se puso de moda durante la Administración Bush llamar “daños colaterales” a las muertes de las víctimas civiles en Irak. Como siempre, el genial cineasta ya se había adelantado en el curso de ética periodística con el que un superior reprende al soldado bufón, empeñado en llamar a las cosas por su nombre en la revista Barras y Estrellas del Ejército de EEUU: “Tenemos nuevas directrices; en el futuro en lugar de búsqueda y exterminio se usará la frase limpia y despeja” o “Si trasladamos a los vietnamitas son evacuados, pero si acuden a nosotros para que los traslademos son refugiados”.

Cambiar las palabras para tratar de modificar la realidad a la que designan es algo que han analizado de manera magistral escritores como Gabriel García Márquez en Cien años de soledad. Pero una cosa es la teoría y otra la práctica, y para ésta última nadie mejor que el Consejo de Ministros, que este viernes aprobó el proyecto de reforma de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, que cambiará el “confuso” término de “imputado” por el de “investigado” para aquellas personas inmersas en el marco de una operación judicial. Lo que todos sospechamos es que a la hora de la verdad se trata de eliminar el sambenito que acompaña a los “imputados” de medio país, ya saben, de Despeñaperros para arriba en el caso del PP y para abajo en el caso del PSOE. La pregunta que está en el aire es cuánto tiempo pasará antes de que “investigado” sea una palabra tan maldita como lo es ahora “imputado”.

A mí, que ningún ministro me ha pedido consejo semántico, me suena casi peor el cambio, ya que lo que significa “imputado” no todo el mundo lo tiene muy claro, mientras que lo de “investigado” no se circunscribe al ámbito judicial y a todo quisque le huele a chamusquina. En el Ayuntamiento de Jerez, sin ir más lejos, se va a tener que “investigar” hasta debajo de las piedras. No es por ser repetitivo, pero la actualidad –judicial- manda en la ciudad del vino, los caballos y el flamenco. Ya dije que quien toca la Alcaldía de Jerez acaba enlodado y tras los tristes precedentes que todo el mundo conoce, ahora es la actual regidora quien está en la picota por el nuevo informe de la Intervención General de la Administración del Estado sobre la trama Gürtel, que ratifica irregularidades en la adjudicación de los contratos de Fitur 2004.

Gürtel –que significa ‘correa’ en alemán por el apellido del empresario de nombre Francisco- amenaza con abrir un nuevo agujero en el cinturón del Ayuntamiento de una ciudad ahogada por el paro y los escándalos políticos que se han producido en las últimas legislaturas. Ahora es la candidatura de María José Garcia-Pelayo la amenazada de cara a las cada vez más cercanas elecciones municipales, en el caso de que resultara imputada. ¿O era investigada?

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