Protestas en Alemania por las restricciones a causa del coronavirus. FUENTE: RUPTLY
Protestas en Alemania por las restricciones a causa del coronavirus. FUENTE: RUPTLY

Este sábado tuvimos algo parecido una segunda manifestación que reclamaba la libertad individual y el final de las medidas excepcionales. Además de descreer que las máscaras sirvan para algo, por ejemplo. Hubo manifestaciones en varios puntos de Alemania, con desigual desenlace, en las últimas dos semanas. Para mí el derecho a la protesta es necesario en una democracia, se esté o no de acuerdo con el contenido de esa protesta.

Yo estaba en el mercado hablando con unos amigos, precisamente sobre estas protestas y la situación de libertades en que estamos viviendo. Criticaba el problema de no poder diferenciar entre el discurso de ultraderecha del liberal, al menos en este asunto. Observé que una pareja trataba de mantenerse cerca de nosotros del modo más disimulado. Finalmente uno de ellos me mostró que debajo de su chubasquero llevaba el metro de carpintero, ya símbolo de su protesta. Le dije que sí, que nos manteníamos críticos con los contenidos de su protesta y de acuerdo con su derecho a protestar. No dejó de mirarme mientras se retiraba, como si tomara nota.

Se puede leer en varios medios informativos que al menos una parte de los manifestantes de varias de esas acciones están situados en círculos amigos de las conspiraciones o en grupos anti vacunas. El partido que protesta por la situación de las libertades es el de Los liberales, y hace hincapié siempre en el derecho a abrir las tiendas y en el problema económico. A su lado, la ultraderecha.

El viernes pasado fue agredido en Berlín un equipo del programa satírico heute-show, cuyo nombre ya es una burla del nombre del telediario de la zdf, heute, y del noticiario nocturno heute journal. La policía cree que el ataque, una agresión brutal que envió al hospital a la mayor parte del equipo, estaba organizado, aunque los detenidos no quedaron en prisión provisional. Parece que los agresores se sitúan en la izquierda, y que la ultraderecha lo celebra, según informaciones del diario berlinés taz. El equipo estaba cubriendo las protestas del 1 de mayo y recopilaba material para su programa del 8 de mayo.

Las protestas por la libertad aumentan y la situación se vuelve complicada para todøs nosotrøs cuando queremos comprender qué ocurre. Libertad es una palabra que enseguida llama nuestra atención, sobre todo si se protesta en su favor. Pero no toda libertad es igual a otra. En una situación como la actual la libertad individual y las libertades públicas entran en colisión por la situación de pandemia, porque la pandemia es sinónimo de muerte. Todos nos queremos vivos y hemos desarrollado una conducta por la cual estaríamos dispuestos a sacrificar parte de nuestras libertades individuales a favor de la vida de todøs, en especial de la vida de los más vulnerables.

Lo hacemos, además, porque confiamos, en principio, en que el objetivo de la limitación de las libertades es la vida de todos. Nos mantenemos críticos, sin embargo, y el derecho a la protesta y la libertad de expresión sigue siendo usado para expresar nuestros recelos hacia el uso del Poder del Gobierno, pero dentro de la tranquilidad, y digo tranquilidad, de que a pesar de todo el Parlamento controla la acción del Gobierno. A pesar de lo cual seguimos siendo críticos como sociedad con los actos de la policía, con el lenguaje cuartelero, con determinadas acciones del Gobierno o de los gobiernos autonómicos, etc. Y confiamos porque comprendemos que esta es una situación pasajera y recuperaremos, cuanto antes, todas nuestras libertades.

Cada país en Europa ha elegido un modelo de gestión de la crisis. Alemania es, en mi opinión, el que ha conjugado mejor la apelación a los individuos de asumir la responsabilidad de sus propios actos en relación al resto de la sociedad, este es el modelo sueco puro, y la acción ‘autoritaria’ que en nada se parece al ‘autoritarismo’ desplegado en España. Sin embargo, en los dos casos, el uso de la fuerza es controlado por el Parlamento y por la acción de la Justicia, a pesar de los espacios con menos luz y que se ventilarán con la desescalada, o eso nos prometemos.

Uno de los motores de protestas a favor de la libertad lo encabezan pretendidos liberales que en realidad son miembros del neoliberalismo: Vargas Llosa es la cabeza visible de ese movimiento. En su comunicado, la Fundación Internacional para la Libertad se expresa con mucha brocha gorda, ninguna concreción y un olvido contundente de que las derivas autoritarias se están produciendo, en concreto y con claridad, en Hungría o en Polonia. Se hace un uso igualador de todos los países, cuando esa igualación es grosera e irreal.

Begoña Villacís, el 3 de noviembre de 2019, en un vídeo de Facebook presentaba uno de sus mítines en el que defendía la idea de que libertad sin igualdad no es tal libertad. Este es el punto central de la situación actual, que ahora no se escucha más o se escucha poco o tergiversado. Es la confusión que introducen los liberales neoliberales sobre el verdadero significado del concepto Libertad.

No puede haber libertad sin igualdad. Lo sabemos desde la Revolución Francesa, que quiso establecer el final de la Ley del más fuerte a favor de la igualdad que representaba una sola Ley para todos y ajena a los caprichos momentáneos del monarca: Libertad, Igualdad, Fraternidad. Lo sabemos desde que se estableció la lista de los Derechos Humanos de la nueva ONU: Libertad, Igualdad, Dignidad. Sabemos que la libertad sin igualdad es la Ley del más fuerte y que el Estado es o debe ser la garantía, precisamente, de la igualdad. Que el Estado debe ser el instrumento para corregir las desigualdades existentes a través de los impuestos y la redistribución de la riqueza para que la Dignidad de todas las personas quede garantizada y materializada en un modo digno de vivir. Lo estamos viendo, que la Libertad de algunos de llevarse su dinero a paraísos fiscales para no pagar impuestos ha destrozado los sistemas públicos de garantías para la vida digna de la inmensa mayor parte de las personas.

Lo dice el artículo 1 de la Declaración de los Derechos Humanos: Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos, y dotados como están e razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros. Y ahí encuentra su lugar y su sentido de existir el Estado: garantizar con la gobernanza que así sea.

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