Huelga contra ¿los deberes?

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Periodista, licenciado en Comunicación por la Universidad de Sevilla, experto en Urbanismo en el Instituto de Práctica Empresarial (IPE). Desde 2014 soy socio fundador y director de lavozdelsur.es. Antes en Grupo Joly. Soy miembro de número de la Cátedra de Flamencología; hice la dramaturgia del espectáculo 'Soníos negros', de la Cía. María del Mar Moreno; colaboro en Guía Repsol; y coordino la comunicación de la Asociación de Festivales Flamencos. Primer premio de la XXIV edición del 'Premio de Periodismo Luis Portero', que organiza la Consejería de Salud y Familias de la Junta de Andalucía. Accésit del Premio de Periodismo Social Antonio Ortega. Socio de la Asociación de la Prensa de Cádiz (APC) y de la Federación Española de Periodistas (FAPE).

Como docente, la noticia me indignó nada más conocerla. Tras escuchar los motivos de las familias y compartir opiniones con algunos compañeros, mi posición no ha variado.

Durante el presente mes de noviembre se va a desarrollar una campaña promovida por la CEAPA (Confederación Española de Padres y Madres del Alumnado) que insta a los docentes a no mandar deberes a los alumnos durante el fin de semana con el objetivo de que las familias puedan pasar más tiempo juntos. Como docente, la noticia me indignó nada más conocerla. Tras escuchar los motivos de las familias y compartir opiniones con algunos compañeros, mi posición no ha variado.

Aluden desde la CEAPA a la necesidad de un cambio en el modelo educativo y nos fijamos, como en otras ocasiones, en casos como el de Finlandia, un país que invierte más en educación (lo que se traduce en mayores y mejores medios y recursos) y donde sus profesores se sienten valorados y respetados. La diferencia, por tanto, no es solo económica sino también social.

Pero hay otro aspecto que llama poderosamente mi atención; en esa idea del cambio del modelo educativo se menciona incluso un sistema en el que no haya deberes. Bien. En la evaluación de cada materia que se cursa hay un porcentaje relevante dedicado al trabajo diario del alumno, un trabajo diario que evidentemente tenemos que comprobar mediante ejercicios, actividades, tareas y participación en clase. No nos queda otra. Además, debemos tener en cuenta que los deberes son una de las fórmulas para medir que los contenidos son comprendidos y asimilados por los educandos.  

Comparto con los padres la idea de que muchos ejercicios son solo automatismos que lo que buscan es la memorización; nosotros, los docentes, también somos conscientes de ello. E incluso algunos profesores intentan combatir esto con tareas que promuevan la interacción del alumno con la sociedad y les enseñan a comprender textos instructivos, y a escribir emails o críticas de películas, series o libros, y les piden que entrevisten a sus mayores para que razonen cómo ha cambiado la manera de vivir… ¡Vaya! Pues parece que hay ciertas semejanzas entre las actividades familiares que desde la CEAPA proponen desarrollar con sus hijos los fines de semana con las que algunos docentes intentan llevar a cabo en las aulas. Quizá, llegados a este punto, habría también que plantearse convertir la realización de deberes en una tarea compartida entre padres y alumnos (me consta que muchos lo hacen), más ahora que tanto se habla de un trabajo colaborativo entre todas las partes implicadas en la enseñanza.

Comparto con los padres la idea de que muchos ejercicios son solo automatismos que lo que buscan es la memorización; nosotros, los docentes, también somos conscientes de ello

En esta aspiración de mejorar el modelo educativo existe, sin embargo, un problema: los intentos de innovación y de hacer atractivas y motivadoras las clases choca con lo que vendrá después, con las pruebas determinantes a las que tendrán que someterse en sus carreras como estudiantes (sirva como ejemplo la antigua Selectividad, que es la referencia más cercana que tenemos a falta de conocer a qué tipo de exámenes se someterán los alumnos para acceder a la Universidad en el presente curso), en las que la memorización de ideas y conceptos tiene el peso más importante del examen –en el caso de la materia de Lengua castellana y Literatura (que es la que más conozco), el comentario crítico, es decir, la única actividad dentro de la prueba que permitía la expresión libre del alumno, el análisis de la realidad, solo valía 3 puntos–.

Hay muchas cosas que cambiar y mejorar (algunos profesionales se han iniciado ya en ese camino) y es cierto que la cantidad de deberes parece demasiada en ocasiones, especialmente cuando se acumulan actividades de diversas asignaturas, pero flaco favor hacen a los maestros y profesores si se enfrentan con ellos en cuestiones como esta y los culpan de cosas que a nosotros nos son impuestas y que están recogidas en leyes y decretos y, por tanto, nos vemos obligados a cumplir de alguna manera. No desprestigien más la profesión porque no está todo en manos de los docentes: exijamos juntos a quienes realmente les compete para darle a la enseñanza la importancia y el valor real que tiene. Solo entonces podremos empezar a creer en un nuevo modelo educativo que, en el fondo –y quiero pensar que en el trasfondo de esta iniciativa–, es lo que familias, profesores y alumnos reclamamos. Ahí es donde todos saldremos ganando.  

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