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"¡Hola! ¿Qué tal? Soy Cristina Fallarás, y soy pobre". La frase la repite varias veces durante la charla, a modo de reivindicación de sí misma. La Fallarás, como le gusta llamarse a sí misma, es periodista, escritora y últimamente analista y tertuliana en radio y televisión. Fue redactora jefa de la edición catalana de El Mundo y trabajó también en la Cadena Ser, Radio Nacional, El periódico de Cataluña, Antena 3 y Telecinco. Creó la redacción del diario ADN del que fue también cofundadora, del Grupo Planeta. En 2008 siendo subdirectora de este proyecto fue despedida estando embarazada de ocho meses.

De disfrutar de una vida bastante acomodada pasó a no poder pagar la hipoteca. Fue desahuciada en 2012. Separada, y con dos niños pequeños. "Le contaba a mis hijos que el tren era nuestro, y que por eso teníamos derecho a colarnos en él para ir todas las mañanas al cole". Gracias a un encuentro con un alma caritativa que le prestó una pequeña cabaña en el bosque, pudo mantener a sus hijos a su lado. "No os imagináis lo que es no tener para comer. Sobre todo beber, ya no hay fuentes para poder hacerlo". Su semblante cambia constantemente, de una sonrisa a veces cautivadora, a veces desafiante, a una seriedad que intimida.

Su análisis de la realidad del país no deja indiferente a nadie. Cuenta con toda naturalidad que los robos de la familia Pujol los ha visto en cajones de redacción hace más de quince años. Su vehemente sinceridad golpea a los asistentes a la charla constantemente. Flanqueada por dos jóvenes periodistas, no tiene reparos en afirmar que una mujer jamás llegará a un puesto relevante en un periódico de alcance, o que el periodismo tal como se supone que debe ser, está agonizando. "Ya no se necesitan intermediarios, si yo siento interés por saber qué pasa con la Sanidad, no voy a un periódico, voy al Twitter de la marea verde directamente. Ahí se que no voy a perder el tiempo en averiguar posibles contaminaciones del periodista. En el periodismo actual o participas en el espectáculo o te mueres de tu dignidad." sentencia.

Dedica buena parte de su charla a hablar de la Transición. "Todo proviene de ahí. Somos herederos de una sociedad que decidió no castigar el crimen. Los supuestos demócratas de entonces acordaron no castigar el crimen, no pedir responsabilidades, que nombraran al Jefe del Estado como continuidad y permitieron que los mismos criminales se envolvieran en la bandera de la democracia. Hubiera sido mejor rechazar todo eso, y seguir combatiendo la dictadura. Cuarenta años después los ciudadanos se dan cuenta de que han estado celebrando alto execrable".

La Fallarás reconoce también su sentimiento de culpa, de ella y mucha gente de su generación, por haberse dejado llevar por los efluvios de la juventud, del supuesto cambio de aires, de no haber estado más atenta y combativa. Le preguntan si cree que el efecto del 15M se está disolviendo como un azucarillo en alguna bebida. Las consecuencias de esa ola de indignación todavía están por llegar. "Pero si hace apenas seis o siete años no se podían poner en cuestión cosas como la Monarquía, o los privilegios de los políticos ni se podían mencionar muchas cosas. El 15M ha sido esa sacudida que de pronto te hace reaccionar, y te saca de ti para tomar perspectiva del daño tan grande que te están haciendo".

Una señora insiste en que explique diferencias entre izquierda y derecha, teniendo en cuenta los sucesivos gobiernos que ha tenido el país. "Es que en España jamás ha habido un gobierno de izquierdas. Usted y yo tenemos una idea confrontada. El PSOE no es de izquierdas. No es de izquierdas quien pacta con los criminales y los ayuda a reciclarse. No es de izquierdas quien ayuda a promulgar una Ley de Amnistía para no depurar ni una sola responsabilidad. En 1983, Felipe González se reúne con la Juntas Militares de Videla en Argentina, cuando ya se sabía que mataba a miles de personas. Eso no es ser de izquierdas. No es de izquierdas quien no fomenta las políticas fiscales de forma progresiva para revertirlas en toda la ciudadanía.

Sus opiniones sobre la política actual también son demoledoras. "No hay crisis, no ha habido crisis, no es más que una distribución a la inversa de la riqueza, a través del expolio de todo lo público y de pasarlo a lo privado, a engordar a los de siempre". No cree que las nuevas tecnologías sean el problema principal en la cuestión del paro. Somos un país inmensamente rico, si los 50.000 millones de euros anuales de evasión fiscal y los 40.000 millones que se van con la corrupción, se ingresaran al Estado, no habría absolutamente ningún problema para nadie. Ninguno".

Un asistente le pregunta por su mayor inquietud de todas las cuestiones que ha planteado. "La pobreza, sin duda. Están llevando a cabo, la tarea de acabar con todos los avances en las conquistas laborales y sociales. Y se están empleando bien. Ya les queda poco por hacer". No se avergüenza de confesar que ha pedido y ha robado para comer. "No soy pobre por lo que no he hecho, sino por lo que me han quitado." Empieza la frase muy seria, pero la termina sonriendo, y moviéndose con coquetería mientras agradece a los asistentes y a los organizadores de lavozdelsur.es por haberse sentido tan a gusto esta noche de julio en un lugar tan especial como el Jardín de la Luna Nueva.

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