Manifestación contra la ley mordaza, en una imagen de archivo. FOTO: MANU GARCÍA
Manifestación contra la ley mordaza, en una imagen de archivo. FOTO: MANU GARCÍA

A no ser que alguien descubra de nuevo la pólvora y demuestre que la economía está al margen de la política y de las ideologías, la reivindicación por alguna causa que afecte al bolsillo, al margen de éstas, siempre se diluirá. Comentar por las redes sociales que da igual que los participantes sean de derechas o de izquierdas, para captar la participación del personal, alrededor de la causa legítima de defender el futuro y la calidad de las pensiones, me parece un error. Y no pretendo meter a todos en el mismo saco, ni restar ilusión a la causa. Quizás no haya que preguntarse el por qué se toma una captación despolitizada ante el asunto, sino cuales han sido los mecanismos del sistema para que, tras cuatro décadas de democracia, una asamblea rehuya identificar a los culpables y su ideología, tratando el asunto desde la superficialidad para llegar a una solución. Se harán fotos con vosotros gente que está desmontando el Estado del Bienestar, ya sea con su voto o desde las instituciones. Minando la esencia misma de la lucha. Lo emocional no puede abanderar una causa en detrimento de lo racional.

Aun así, vamos a pensar que todo votante de la derecha que se acerque a la asamblea concibe una economía liberal y está instruido en materia económica. Lo digo por no caer en la creencia y a veces en la supuesta superioridad intelectual, de los que intentamos ser de izquierdas, a veces, ejercemos con cierta petulancia. Vamos, por creer que el votante de centro derecha no es un ignorante. Pero el que se acerque allí y defienda esas ideas, se perderá lo mismo que una cabra en un garaje. Porque le economía está supeditada a las opiniones sobre la gestión. En este caso del dinero. Y ellos odian los impuestos.

Tácticamente es bueno que el número de personas aumente en el salón de los sindicatos pero el conflicto surgirá y será inevitable. Porque no se trata de debatir sobre la cría de palomos o alguna afición insustancial. La paz impuesta en las asambleas y las luchas, con estos tics populistas, no cuajan. La reivindicación siempre es positiva pero con fundamento o se crean nuevas y tiránicas soluciones. La derecha privatiza y la izquierda basa su modelo económico en los impuestos progresivos para beneficiar a los que menos tienen. Para todo lo demás tire de su tarjeta de crédito. No hay más. Los bancos quieren controlar las pensiones para hacer negocio.

Por otro lado, somos los jóvenes quienes debemos apostar por la lucha, por ser nuestro futuro, y no presionar a quienes con una edad y cuarenta años de cotización no acuda a una reunión de estas características. Quizás, el pensionista, en cuestión, entienda que el tiempo que le queda de vida lo tiene que dedicar a la pereza y al ocio, una opción más que legítima y merecida. Son los niños de la posguerra y llevan el sufrimiento de los que han sido hijos de trabajadores, herederos del servilismo, en muchos casos, por estas tierras, cortijero. No se puede ser un facha de nativitate, nostálgico recalcitrante y votante de la derecha, desde la transición, desmemoriarse, hasta llegar a ser un aspirante a Marqués de Villaquisiera y acudir a una asamblea a querer aportar algo. Este grupo de dignos ciudadanos de la tercera edad debe tener claro cuales son las políticas que han peleado para mantener lo público y quien los sacó de la esclavitud. Y a partir de ahí que no les cuelen gatos por liebres.

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