Un momento del homenaje en el Palacio Real. FOTO: Casa Real
Un momento del homenaje en el Palacio Real. FOTO: Casa Real

Misión un nuevo artículo.

De qué hablo. Qué escribo.

Estoy en el salón de mi casa. Sobre la mesa decapada en blanco el ordenador abierto. La página de Word observándome en silencio, miro a mí alrededor buscando algo que me inspire y me cruzo con mi madre que ríe a carcajadas desde la foto, sentada en el jardín de la casa de mi hermana.

Me acuerdo de ese día, yo recogí ese instante y ahora me alegro mucho por esa afición mía, a veces criticada en la familia, de cuánto me gusta hacer fotos. Pues mirad, ahí está ella para siempre.

Luego me llaman por el móvil y me distraen conversaciones de asuntos domésticos. Los WhatsApp con sus entradas iluminan la pantalla y va dejando su rastro de textos y emoticonos, muchos corazones y guiños.

Si no fueran por estos oportunos emojis a veces los mensajes se malinterpretarían, o quizás lo que hacen es suavizar la verdad.

Dame un minuto, le escribo a alguien y luego envío un audio.

“Siempre estaré contigo”, oigo el soul que sale por el tocadiscos de vinilo que tenemos en casa. “Sé que también lo crees, que será contigo”. Una maravillosa voz negra acompañada de inspiradísimos sonidos de saxo y piano “siempre podré volver” termina.

Yo solo acabo de empezar la tarde.

Ha sido una mañana de funeral de Estado en homenaje a las víctimas de la pandemia. De recuerdos emocionados y agradecimientos. Era necesario el abrazo a las familias que han perdido a los suyos y honrar a los que nos han dado tanto.

También de reivindicaciones, la portavoz de los sanitarios que ha hablado muy bien; templada y con mucha naturalidad ha exigido a los poderes públicos “que defiendan las sanidad de todos”. Nos emocionó cuando recordó a los fallecidos. A los enfermos cuando les pedían asustados “no me dejes morir solo”. Luto, lágrimas,... Y Fernando Simón recordando que “hay transmisión comunitaria”, por eso Aragón pide a sus vecinos que no salgan de Zaragoza para que no se extienda el virus.

Por otro lado ha sido llamativo que Vox no haya acudido al homenaje por las víctimas del Covid-19. Por casualidad leo en un digital un titular de la actriz y humorista Silvia Abril, en la que define a Vox “como un chiste”. Lo añado aquí porque me ha hecho gracia y me parece ingeniosa su frase. Ella en sí misma es muy ingeniosa y divertida. Un soplo de aire fresco ante tanto postureo. Luego está Casado en su línea, que en pleno funeral no da tregua y sigue cargando contra Sánchez. Y en la foto del momento no pueden faltar los exaltados; un pequeño grupo se manifiestan, sin guardar la distancia de seguridad, con banderas españolas en contra del Gobierno. Hay quienes les increpan que no es el momento ni el sitio, “este acto es para las víctimas, no para hacer propaganda política”.

Como digo, el dolor de una pandemia no cambia nada, ni a nadie. Creo. Se puede estar llorando, hacer un repaso de todo lo durísimo vivido y la vida, como cantaba Julio Iglesias, sigue igual. Al respecto la presidenta del la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, presente junto a otras autoridades europeas en el funeral de Estado, además de compartir el duelo con los españoles confía en que “juntos saldremos reforzados de esta crisis”. No sé yo si hemos aprendido para que no haya más muertos en vano.

Hoy también se ha sabido que la Audiencia Nacional propone juzgar a los Pujol por un montón de delitos; organización criminal, fraude fiscal, falsedad documental y blanqueo de dinero, después de terminar la instrucción del caso.

Que la tal Corinna le dijo al comisario Villarejo que al rey Juan Carlos otro rey, esta vez el de Marruecos, le regaló una casa de… ¡agárrense! 36.000 metros cuadrados. A ver cómo continua toda esta novela que va por entregas y con la justicia de por medio.

Y mentando la justicia me pasan por delante los presos del procés. Con su tercer grado ya pueden ir los fines de semana a dormir a sus casas.

Y en medio de toda la actualidad, mi copa de vino. Un jerez en catavino con unas tapas de queso y jamón que me sirve mi marido. ¿Se puede pedir más? Pues no. Podría quejarme de varias cosa y duelos en mi vida pero viendo el panorama de muchos, sería delito hacer un drama y no celebrar el aquí y ahora. Podrían hacer ustedes lo mismo. En ocasiones lo poco es mucho. Y la vida te regala sonrisas donde menos y cuando menos te lo esperas. Bueno pues ya que tengo la copa en la mano, aprovechemos para brindar juntos y pedir qué… Que la pandemia se pare y que la vida continúe su camino. Porque hoy cuando usted lea esta columna habrá vuelto a salir el sol, aunque no brille igual para todos.

Isabel Flores.

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