Contenedor en acera que impide pasear con tranquilidad.
Contenedor en acera que impide pasear con tranquilidad.

El ejercicio humano más recomendable es caminar, disfrutando de los detalles, del arbolado, de la fauna urbana, de los viandantes, y además ejercitamos gran parte de nuestro cuerpo, un poco agarrotado por tanta casa, esas tan limitadas en espacio cuatro paredes.

El buen estado del acerado, el albero de los parques y parterres, hacen una delicia el paseo, en grupo, en pareja o en solitario, sin riesgo de lesiones ni dobladura de tobillos, ni resbalones. Recuerdo a mi amigo Tomás, finalizada la ejecución de una nueva plaza, indicándome que, tras las primeras lluvias, me daría su opinión de la calidad de la misma. Los charcos y el agua ponen a cada uno en su sitio.

Las aceras han de tener su espacio, su anchura natural, y ser cómodas para los que utilizan sillas de ruedas, no pasillos, con alcorques para el arbolado, y si por cualquier circunstancia ha de tener una reducción, no sea a costa del transeúnte o del peatón, por ubicación improcedente, de contenedores de RSU y de obras. La ocupación de un acerado público tiene que ser por causa de fuerza mayor, ya que no hay una movilidad más ecológica y sostenible, que el caminar.

Cuando se otorgue un permiso por parte del Ayuntamiento, distrito o por el presidente de la comunidad de propietarios, para la ocupación temporal de un acerado, ha de realizarse un seguimiento del cumplimiento de condiciones, con extinción si procede, para que no se vea perjudicado el tránsito de personas y el libre discurrir, ni permitir que la demora sea en el tiempo indefinida. Imploro también a la responsabilidad ciudadana del promotor.

La calle Rafael María de Labra en Sevilla, con unas aceras de tres metros de anchura y naranjos encalados, es un paisaje relajante, un lujo, si bien a mitad de la misma, se reducen los acerados a un metro veinte, para el aparcamiento de cinco y cuatro coches de cada lado de la calle. El motivo de este detalle callejero es que existe un monolito de luz de una obra, de dos metros de altura y anchura del acerado existente, además de un poste de madera de más de cinco metros de altura, desde hace más de un año, que corta el paso literalmente, y cuenta con unos pasos de cebra pintados en amarillo, de anchura un metro dieciséis centímetros, que cruzan a la otra acera y vuelven a cruzar una vez salvado el obstáculo. Hasta aquí, reglamentariamente será así. Les invito a que paseen y juzguen ustedes, si la legalidad administrativa es lógica y racional, implorando a la sensibilidad hacia lo peatonal.

Y darle las gracias al Defensor del Pueblo Andaluz, por interesarse por estas cuestiones de la verdadera calle.

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