La soledad del campo y el farol encendido

No somos seres solitarios, va contra nuestros sentimientos grupales de sociedad. Nos da pavor la soledad, más bien la oscuridad, ya sabemos que el miedo no tiene límite

Iván Casero

Ingeniero de Montes.

Un agricultor en su trabajo diario. El Gobierno prohibirá trabajar con altas temperaturas.
Un agricultor en su trabajo diario. El Gobierno prohibirá trabajar con altas temperaturas. MANU GARCÍA

En fines de semana hay épocas que esto parece una romería y entre semana durante el año no pasa nadie. 

La casa de campo ha habido que ponerle alarma vía satélite, con cartelería disuasoria anunciando la gran seguridad, si bien el estado del camino hace inviable en tiempo la llegada ante la activación de la misma. Curiosamente se asume que no puede haber nada de valor, a pesar de tantas vivencias que atesoran sus muros. 

Lugar desierto o tierra no habitada, así define RAE soledad. La lucha frente a la desertificación y la despoblación tienen elementos comunes. Los pasos de los años demuestran ante la soledad del campo que hay esperanza donde hay vida, y lo local y ecológico CAAE así lo hacen posible. 

No somos seres solitarios, va contra nuestros sentimientos grupales de sociedad. Nos da pavor la soledad, más bien la oscuridad, ya sabemos que el miedo no tiene límite. 

Ese farol encendido en el campo significa que hay vida, humana, una compañía, un lenguaje corporal, común y entendible. Hasta los coches de caballos los llevaban originales, hoy se llaman faros en los caballos de vapor. 

Halo de esperanza perdido en la oscuridad tras una senda o camino, como al final del túnel, a la luz de una vela, candil, linterna o mechero. Los insectos se agrupan de noche y los depredadores, salamanquesas y murciélagos aprovechan la muchedumbre sin tener connotaciones de plaga. Ya no hay luciérnagas, espero no nos quedemos sin faroles encendidos.

 

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