Sobrecostes de una mala elección

Si valorásemos realmente los costes económicos, ambientales o sociales asociados a esas devoluciones, entenderíamos que el término sostenibilidad en su más amplio entender, no se justifica ni va a poder ser mantenido en el tiempo

Iván Casero

Ingeniero de Montes.

Sobrecostes de una mala elección
Sobrecostes de una mala elección Pixabay

¡¡Vamos a comprar!! Por Internet u Online, a golpe de clic con el ratón, o en una gran superficie comercial donde hay una gran oferta, con miedo relativo ante la no satisfacción en la recepción o búsqueda de la talla ideal, pues la opción devolución "sin costes" nos tranquiliza. Puedo y ya no lo quiero. 

Hemos pasado del "no se admite devolución", posteriormente al "cheque devolución del establecimiento para compras antes de un mes", y actualmente "devolución sin compromiso", hasta con recogida sin coste adicional alguno en la puerta de casa. 

Del reflexivo pensar en la necesidad antes de comprar, al comprar por comprar según nuestro estado anímico o mental, con el regusto de devolver lo que ya no nos satisface o incluso echar en el contenedor de ropa “usada” hasta sin quitar etiqueta – un 10% del total-. Vertederos de ropa existen por todo el mundo, esperando tiempos mejores, incluso llegan a arder con la columna de humo negro que generan. En el desierto de Atacama hay un ejemplo, el origen de las prendas, muy diverso. Pensar en global, actuar en lo local.

Si valorásemos realmente los costes económicos, ambientales o sociales asociados a esas devoluciones, entenderíamos que el término sostenibilidad en su más amplio entender, no se justifica ni va a poder ser mantenido en el tiempo. 

Huella de carbono de esos múltiples desplazamientos, costes operacionales logísticos asociados, dedicación en términos de nula productividad, sin posibilidad competitiva de pequeños comerciantes locales, afecta a la convivencia en pueblos y barrios provocando aislamiento social, impacto en economía familiar y con incipiente cuestionamiento social y de administración competente están de máxima actualidad. 

Cuando en el precio no se incluyen todos los costes asociados de un producto o servicio, los subestimamos y definitivamente los asumimos entre todos. La competitividad ha de ser real sin trampantojos ni falsos atajos, que nos pueden llevar al precipicio. Calculemos las huellas de nuestras compras, compensémoslas y así tendremos una economía real de libre elección.

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