Las reuniones sociales, familiares y profesionales tienen componentes esenciales de fomento de nuestras relaciones humanas, con repercusiones muy significativas.
En meses pasados, hablando con un doctor jubilado carpintero de profesión, hablábamos sobre la actitud de seres cercanos que querían imponer tomando una cerveza o vino, maneras "o estás conmigo o estás contra mí", sus opiniones de actualidad. Concluyó apuntando que hay personas que no saben alternar en Andalucía. Saber alternar, ¡¡¡qué gran verdad!!!
El conocimiento se fundamenta en el saber -en sus múltiples facetas- escuchar, leer, expresarse, comer, ejercitarse, enamorarse y en relacionarse con otras personas, de género, raza, ideas y procedencias, cualesquiera que sean.
Conversar -guardando las formas de comunicación- en tertulias, en pequeños grupos en esta época de gripes, manteniendo protocolos y distancia de seguridad, pudiendo ir y venir, hablando al cabo del día de infinidad de asuntos, proyectos, anécdotas y recuerdos. No es cuestión de unanimidad, si del respeto por encima de cualquier injustificable enfrentamiento o agresión oral o física. Estar cordialmente pasando un buen rato y romper ese agradable estado, no está justificado. La amistad es sagrada.
La búsqueda continua de rentabilidades en todas nuestras acciones, concluye que es fundamental potenciar las conexiones humanas, frente al enfrentamiento personal y rictus serio.
Saber alternar es vida social, en armonía, hacer trato, tener amigos, esencia de nuestra sociedad y el que no lo tenga asumido, le recomiendo una profunda autorreflexión cultural de nuestra tierra, de acogida histórica donde sentirse andaluz es la representación de este sentimiento.
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