Fuente de ranas y pato sobre tortuga en parque
Fuente de ranas y pato sobre tortuga en parque

Soy un consumidor que gusta leer en etiquetas, composición, lugar de fabricación y usos autorizados si procede, de los productos que compro en tiendas de barrio. Siempre veo que el uso más restrictivo es el asociado al medio acuático, toxicidad máxima, efectos nocivos duraderos, consecuencias incontrolables, ¿por qué será?

Antaño la prueba de la fertilidad se realizaba con la orina matinal de una previsible embarazada, inyectándosela a una rana y esperando un día la respuesta de la misma. Las hormonas GCH se transferían y provocaban la ovulación incitada del batracio en caso positivo. Ver para creer la vida misma.

Hechas de cerámica en fuentes de patios y parques, metálicas junto a puertas de bares para lanzamientos de monedas y sus olvidadas apreciadas ancas en gastronomía, hacen visible lo que ya empiezan a ser invisibles.

Hoy en día, cada vez hay menos ranas, sapos, zapateros, libélulas, y cada vez un planeta con más seres humanos. Aplicando el sentido común parece que nuestros tratamientos actuales de fertilidad junto a prácticas químicas de síntesis impropias del siglo en el que vivimos, están provocando la extinción de seres acuáticos, paradoja de no factible convivencia con nuestros orígenes.

La metamorfosis renacuajo-rana es un fenómeno natural que nadie debe perderse, su observación sigue cautivándonos, todos tenemos derecho a cogerlas y escuchar su cantar llamado croar, perfecto bioindicador pues así sabremos que vivimos en un lugar sano, saludable y ecológico.

Es digna de conocer las fábulas de la rana y el agua hirviendo, donde la protagonista saltaba a una olla de agua hirviendo y escapaba, a una de agua fría y nadaba plácidamente, y a una que se iba calentando poco a poco donde al final pereció, cuya moraleja de adaptarse a los cambios sin entenderlos realmente, pueden que afecten a tu calidad de vida, y la de la rana sorda, muy de actualidad pues su moraleja señala tengamos cuidado con lo que decimos y que nadie llene tu mochila de piedras. Date tiempo de animar a otros. Renacuajo, según RAE, es también un niño pequeño.

Uno de los fenómenos naturales más excéntricos y desconocidos, digno de poltergeist, es la “lluvia de ranas”, descritas desde tiempos inmemoriales y que por estos lares se produjo en 1915 en Gibraltar, reflejada en revista científica Nature. Sin una explicación científica clara, la hipótesis más aceptada para la caída del cielo de ranas es la aspiración fortuita provocada por tornados y huracanes, cuyos desplazamientos las trasladarían a zonas lejanas donde precipitarían.

En nuestras lagunas litorales estacionales ubicadas en montes públicos, en épocas de lluvias se llenan de vida, preciados renacuajos terrestres y acuáticos incluidos, y a medida que avanza los meses soleados se van secando, amortiguado temperaturas extremas, recargando acuíferos y permitiendo la solarización de cianobacterias, provocadora antaño de muertes masivas de anátidas. Su recuperación ambiental de las perdidas y protección de las existentes, es necesaria y fundamental para todos, ya cita la ONU los humedales, como una de las principales medidas de lucha frente al cambio climático.

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