Las hojas y flores del suelo nos pertenecen

Educación ciudadana para que los papeles, latas, excrementos de perros y envoltorios vayan a las papeleras y las hojas a los alcorques

Iván Casero

Ingeniero de Montes.

Hojas secas en el suelo.
Hojas secas en el suelo.

En el patio de la guardería infantil los niños las cogen, pegándolas en una cartulina haciendo un primer collage, que a medida que avanzan los cursos del colegio van evolucionando en estilos, pasando por profundas composiciones colectivas en el instituto, hasta llegar según el destino académico incluso al herbario local identificativo de la Universidad. 

La materia de las hojas caídas proviene del carbono invisible del aire que respiramos, depurando para bien y generando suelo allá donde se depositan, mejorando la capacidad de retención de agua de lluvia y riegos de apoyo, además de crear microvida de la descomposición.

En un urbanismo cada vez más excluyente de lo verde que no sea vertical -parece que los tiempos del verde carruaje pintando el hormigón visto, ya da vergüenza- no hay cabida para el agua de escorrentía rápidamente a evacuar sin pensar en su valor real, ni habitáculos para fauna urbana con arquitectura excluyente ni árboles en aceras de calles donde hasta los necesarios alcorques molestan a comercios y algunos vecinos.

Si le das una hoja simple o compuesta, lobulada, con borde liso o aserrada, acícula o con aroma a limón o una flor a un niño, te sonreirá, imaginará y querrá materializar su sueño. Si le preguntásemos, no permitiría que hablasen mal por su "suciedad" y "trabajo" por parte de gestores y ciudadanos a pie de acera. Educación ciudadana para que los papeles, latas, excrementos de perros y envoltorios vayan a las papeleras y las hojas a los alcorques.

Tras proporcionarnos la mejor sombra, al dejar de hacer las funciones de transpiración -el aire acondicionado de la calle- y la fotosíntesis, la abscisión provoca su caída natural, también conocido como deshoje, aunque con una implicación más artificial, y hace recuperar entre el 50-80% de nutrientes necesarios, siendo anunciador de cambio de estación o de estrés hídrico severo, donde el coste humano de retirarlas y posteriormente fertilizar artificialmente los árboles, un motivo más de reflexión. 

Elección de especies adecuadas de árboles según sus hojas, época y frecuencia de caída sobre viarios públicos -en parques no está tan mal visto curiosamente-, aportando su materia orgánica fijada a sus necesarios alcorques, realizando el compostaje in situ en ellos y un apadrinamiento de niños de la puerta o portal justo enfrente de cada verde ejemplar, la mejor manera de sentirlos y cuidarlos como propios. Son detalles de la importante y escasa naturaleza que nos rodea en nuestro día a día urbano.

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