Fuente: IMA2015 (92-13)
Fuente: IMA2015 (92-13)

Tenemos la mayor tasa de pérdida de suelo por hectárea y año de Europa. La erosión hídrica es la principal fuente de perdida de suelo, “miles de años para su creación y menos de una vida para las piedras”, presentando un riesgo severo en la zona sur del continente. En la UE se pierden de media cada año 2.4 toneladas de suelo por hectárea a causa de esta erosión, frente a 980.000 hectáreas del territorio andaluz sometidas a unas pérdidas altas o muy altas, —más de 50 toneladas por hectárea y año—, lo que equivale al 11,2% de la superficie regional.

Supone que nuestros arroyos y ríos bajan turbios, “mi padre se bañaba en el río Corbones, yo una vez y mis hijos, ya no pueden”, con su afección a la ictiofauna, cegando cauces y colmatando pantanos. El pantano del Torre del Águila en el reciente municipio del Palmar de Troya y el de Cordobilla en Puente Genil ya no cumplen la función de garantía, -almacenamiento de agua superficial-, para el que fueron construidos hace 70 años.

En relación con la materia orgánica del suelo, somos el país de la UE con menor contenido medio de carbono orgánico en el suelo 14,9 g/kg (mayores en suelos gestionados en agricultura y ganadería ecológica, por tanto, mejor estructura y retención de agua), frente a la media UE que es de 43,1 g/kg, incluso valor más bajo comparativamente a otros países mediterráneos. Además, por la movilización y la deposición de suelo, puede ser alterado significativamente el ciclo del carbono, hasta tal punto que un suelo erosionado puede perder entre un 75 y un 80% de su contenido de carbono, con la consiguiente liberación a la atmósfera. Por tanto, la retención de agua de lluvia es menor, favoreciendo la mayor escorrentía superficial, y con ello mayor riesgo de inundaciones y deslizamientos de tierras. ¿Cuantos suelos mal cultivados, con el paso de los años, vemos que afloran mayor número de piedras en superficie? “Parece que están sembrando piedras”, dice el refranero andaluz.

Aun así, sigue habiendo agricultores que labran, no entendible ni técnica, ni medioambiental ni de recepción de ayudas PAC, y las Administraciones competentes gastan millones de euros en limpieza de cauces anualmente, para reducir las inundaciones. Los pantanos no se limpian por inviabilidad, entre otras, económica, como el de Marmolejo, en gran parte colmatado y causando graves daños por inundaciones.

La urbanización y mal manejo del suelo, hace que aumenten los caudales punta y la turbidez que van a los cauces, provocando cada vez mayores problemas aguas abajo, pues no están preparados para esos volúmenes ni la energía que llevan asociados. El Cambio Climático en la cuenca del Guadalquivir, provoca que, en la actualidad, se ha reducido en un 30 % los periodos de lluvia, provocando mayores arrastres y menores infiltraciones, reflejándose en un descenso significativo de nivel en los acuíferos subterráneos.

Fuente: J R C, Comisión Europea 2015

Desde los polígonos industriales, pasando por urbanizaciones, autovías y carreteras, donde los coeficientes de infiltración son nulos hasta el indebido laboreo sobretodo en terrenos con pendiente, son actuaciones que tenemos que repensar. ¿Por qué no favorecemos que el agua de lluvia se quede en terreno con técnicas de recarga de acuíferos, - pozos de drenaje y/o zanjas drenantes-, aljibes llenados con la ayuda de cubiertas y tejados, o simplemente con el uso de cubiertas vegetales, sin laboreo, en nuestra agricultura?

Ayuntamientos, Diputaciones y Junta de Andalucía, desde el territorio y las cuencas intracomunitarias, a saber, Guadalete, Tinto, Odiel, Piedras, y Mediterránea, y la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir desde la gestión de Cuenca, han de hacer cumplir en su ámbito, legislación y actuaciones que reviertan esta situación. Hemos favorecido la evacuación sistemáticamente de las aguas de lluvia, y no nos damos cuenta, que nos hace falta para nuestra propia subsistencia en Andalucía.

La temperatura media anual aumenta, y con ella la tasa de evaporación de las aguas superficiales, amortiguando las máximas esperadas. El modelo de abastecimiento a las actividades humanas en Iberia, se ha basado en la regulación y acumulación de las aguas superficiales, - somos el primer país de la UE y quinto país del mundo con mayor número (1.225) de embalses y grandes presas-, escorrentía provocada por la lluvia y la de fuentes y manantiales. No en todo el mundo es así. ¿Por qué? Quizás, en esencia, por el sentimiento materialista de querer ver lo que tenemos.

Además de la erosión, el aumento de la temperatura y sus repercusiones, provocado por el Cambio Climático, no estaba previsto y va a hacer disminuir paulatinamente las reservas superficiales. Sin embargo, los acuíferos, aguas subterráneas heredadas de nuestros antepasados con calidad y abundancia, no han sido considerados estratégicos por nuestra sociedad, ante el Cambio Climático al que nos enfrentamos. No se paga ni por su uso ni por su contaminación. Minería, nitratos, sobreexplotación cuantitativa y cualitativa, pozos ciegos, disminución de O2 disuelto, son indicadores que no han tenido una acción determinante correctora. No velamos por nuestro futuro, porque quizás tampoco somos capaces de verlo.

La clave de nuestra supervivencia está en el agua, cantidad y calidad. Su gestión adecuada depende de nosotros, como la de la biodiversidad, naturaleza, en definitiva, nuestra vida en relación con lo que nos rodea. Somos parte de una historia, y el elemento conductor es el agua.

En los términos ecología y economía coinciden el prefijo eco, del griego oikos, hogar, casa. Lo único que hace falta es que coincidan, de una vez por todas, la ciencia “logía” y la administración “nomía”, para que sencillamente podamos vivir.

Iván Casero es Ingeniero de Montes

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