Diógenes forestal y la chispa

El mundo rural y sus habitantes no han sido suficientemente valorados, en muchos casos, incluso presenciando atónitos su exclusión durante la quema de su medio de vida, donde su saber empírico coincidía con los mejores modelos teóricos predictivos de comportamiento del fuego

Iván Casero

Ingeniero de Montes.

Diógenes forestal y la chispa
Diógenes forestal y la chispa

El Código Deontológico de lo Forestal, si existiera, albergaría muchas de las prácticas de antaño de trabajadores del monte, agricultores y ganaderos, con definiciones, explicaciones y por tanto puestas en valor ante su desconocimiento urbano. 

El mundo rural y sus habitantes no han sido suficientemente valorados, en muchos casos, incluso presenciando atónitos su exclusión durante la quema de su medio de vida, donde su saber empírico coincidía con los mejores modelos teóricos predictivos de comportamiento del fuego. Voluntarios obligados por su propia persistencia, aún no reconocidos por la Administración. 

Cuándo y cómo actuar, para evitar males mayores, es como el mirar arriba y abajo, izquierda y derecha, como nos enseñaron desde pequeños al cruzar la calle por el paso de cebra. Para poder salir de la ciudad y encarar la naturaleza, cumplimiento del Código Verde. Los habitantes del campo saben de sus tradicionales acciones antiincendios y los visitantes ocasionales han de asumirlas, sin excusarse en su desconocimiento. Esto es como las leyes, obligado cumplimiento.

El mejor apagafuegos es un cubo de agua, y si se hace imposible por ese medio, ya se convierte en un problema serio. Se ha de cumplir normas de limpieza y salubridad en nuestras viviendas, y ante casos como síndrome de Diógenes, con acumulación de ingentes cantidades de materia, residuos y basuras, las autoridades actúan en su erradicación inmediata ante el grave riesgo de incendio, además del tratamiento del enfermo. 

La chispa que inicia el incendio forestal en gran parte es provocada y sobretodo negligente, por prácticas inapropiadas y mal ejecutadas, reiterando la necesidad de recordar la importancia de la pedagogía y sabiendo que la educación no puede ser cortoplacista.

Hoy en día la propiedad también supone la responsabilidad en su buena gestión. No permitamos seguir siendo insensible al síndrome de Diógenes en muchas zonas de nuestro monte, pues nos quemaremos y después, tendremos el desierto. Nuestro monte es responsabilidad de todos.

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