Con los pies en la tierra.
Con los pies en la tierra.

Los niños corren tras bajar del coche, esa celeridad propia de la falta de campo en la urbe, la necesariedad del contacto con la naturaleza, surgiendo la inmediata felicidad expresándose con bellas sonrisas. Hay que dedicar tiempo a su contemplación, siendo una necesidad vital y disfrute adicional oliendo a tierra mojada. 

Una niña salta en un pequeño charco, su madre espera cerca para continuar el sendero y el grupo micológico se separa para coger ricas setas en un coto certificado ecológico, sin químicos ni agrotóxicos y aún a pesar de la sequía, ofrece una gran variedad y cantidad de hongos, reservorio de agua, fijación de carbono además de posibilitar la vida en la tierra, y se toca. 

Cinco niños abrazan un majestuoso acebuche centenario, y ambicionando perimetrarlo, convocan a gritos la pertinente colaboración para tan noble fin. Intercambio de energía, del interior y el universo a través de las plantas, beneficioso para todos. Una plantación de un niño, un árbol, simboliza el bien común y la xiloteca local en la escuela rural, el conocimiento práctico de nuestras maderas, para poder valorarlas. Porte de la tierra. 

Las casas rurales tienen nombres de personas que vivieron en ellas o de quien las mandó construir, entendiendo su existencia como lugar de encuentro, estancia y humanidad. Los hoteles de insectos, cajas nido y de murciélagos favorecen la biodiversidad. Estructuras de la tierra. 

El cocido de hojas de col, garbanzos, longaniza ahumada, cordero, patatas, frijoles con arroz, pan de harina de bellota, tarta de manzana, brownie de chocolate y mucho amor, ha aportado una saludable, sabrosa y sociable comida, a mesa corrida, bajo cencerros y carteles de fauna beneficiosa, "si los conoces, contarás con unos valiosos aliados". Frutos de la tierra. 

Una reconstrucción de un poblado neolítico y su necrópolis, con uso de materiales de la zona, despensa bajo tierra incluida, nos hace entender nuestra admiración por el fuego, la glotonería respecto a dulces, el miedo al monstruo de etapa infantil, el bostezo enseñando colmillos, la cooperación y es que seguimos siendo Homo sapiens. Historia de la tierra bajo un cielo plagado de estrellas. 

Bajo sombra natural, el tobogán y columpios no descansan, relevos interminables y botas de pies pequeños, calcetines incluidos, aguardan cerca a sus legítimos dueños, sabiendo que su contacto directo -de ella procedemos y a ella volveremos-, proporciona relax, equilibrio, paz y sosiego, hace sentir como nuestra auténtica casa, con los pies en la tierra. 

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