Un bosque tan pequeño que nos conocemos todos

El origen de este pequeño bosque bien conocido por mi amigo Jaime y familia, fue la estabilización de unas dunas móviles que engullían todo lo que se encontraba a su paso

Iván Casero

Ingeniero de Montes.

Un bosque tan pequeño que nos conocemos todos.
Un bosque tan pequeño que nos conocemos todos.

La regla del 3, 30 y 300 de la Organización Mundial de la Salud establece ver al menos tres árboles desde nuestra ventana, un tercio de zonas verdes en nuestro espacio urbano y vivir a menos de trescientos metros de un parque o bosque. 

La palmera inclinada de obligada subida infantil por su estípite - tronco -, la gran morera donde coger hojas para los gusanos de seda, el arenero junto al cauce del arroyo amortiguador de energía, los conejos en sus protectores majanos junto a la pradera llena de flores de colores, el desbornizado alcornoque que hace las veces de pequeña pajarera con su gran prole de águila real, el pequeño rodal de pinos piñoneros dando sombra todo el año, controlando así el matorral y el majestuoso acebuche con el columpio de tabla, son parte esencial de este monte mediterráneo. 

El pastor, va y viene con el ganado extensivo, el carbonero, recogiendo leñas y haciendo picón y carbón vegetal, el artesano, trabajando las hojas de palmito, y el esparraguero son habituales del monte mediterráneo. Los visitantes urbanos aprovechan el baño en el bosque, para recoger piñas para encender chimeneas y además retiran basuraleza de desconocidos. 

Se escuchan cantos de todo tipo de aves silvestres, se ven multitud de cajas nido de apoyo a sus naturales camas, huellas de mamíferos y reptiles en el lecho del arroyo, charcas de lluvia llenas de ranas, libélulas y deambulando por los senderos escarabajos peloteros con sus bolas de excrementos silvestres, tortugas mora y camaleones. 

El origen de este pequeño bosque bien conocido por mi amigo Jaime y familia, fue la estabilización de unas dunas móviles que engullían todo lo que se encontraba a su paso. Para ello se utilizó la fuerza de la naturaleza, sin hormigón, a través de especies fijadoras de suelos, en un principio barrón, a continuación, pinos piñoneros y luego llegaron nuevas especies transportadas por la fauna colonizadora, al nuevo ecosistema que se estaba creando.

¿Cómo coger un animal, sin que nos hagamos daño, ni nosotros lo causemos? Aquí tenemos la prueba, enseñando y compartiendo el conocimiento forestal, donde todos tienen su nombre científico y el común del lugar, heredado de padres a hijos en los paseos cotidianos respetuosos, necesarios para nuestra salud y la del ecosistema que nos rodea. Un ejemplo a seguir y de obligada repetición para poder seguir sintiendo plantas y animales silvestres.

 

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