El feminismo también es para hombres

Por supuesto recibir compasión se me antojaba de las más tristes situaciones. Porque, esto es así, el hombre sufre en silencio

Foto de archivo de un hombre sentado en una escalera.
Foto de archivo de un hombre sentado en una escalera.

Ahora que vamos a tener un teléfono de la esperanza al que llamar cuando entramos en crisis de pareja, ahora que por fin el hombre se convierte oficialmente en víctima, entonces ahora, podemos decir libremente que en algunas uniones el hombre vive al servicio de su mujer. Creo que se puede reconocer sin muchos remilgos. Cabeza saturada, hombros caídos, pasos de cementerio. Siempre hay matices, técnicas de disfraz, autocontrol, capacidad de asumir la servidumbre como redentora… Yo mismo fui por un tiempo una versión de este amplio y triste espectro masculino. Me sentía coartado y maniatado. Lo único positivo que recuerdo de ese estado es estaba mal y por tanto aun había esperanza en mí.

Por supuesto recibir compasión se me antojaba de las más tristes situaciones. Porque, esto es así, el hombre sufre en silencio. No me atrevería a decir que es solo una desventaja pero tampoco un valor porque utilizar el sufrimiento propio para intereses de todo tipo, para el hombre digo, es algo vergonzoso, todo lo que caballeroso que se quiera, pero también de un sufrimiento testicular intenso. Por supuesto no todos los hombres son así, ni en todo momento de sus vidas están en el mismo estado. Y quién sabe si en el futuro el hombre aireará por los platós sus íntimas desgracias. 

A veces un hombre en crisis se libera. Por su puesto con el permiso de su mujer. Entonces no es rara la tendencia al monacato. Abstinencia total. Temor y temblor ante el poder opresor. Pero también hay otras opciones menos traumáticas, más peligrosas y seductoras. El libertinaje. Solo los dioses saben vivir solos. Y en todo caso, siempre queda dejar la puerta entreabierta al amor, con la esperanza de vivir una alineación de las estrellas de esas que sólo se ve cada 150 años. En cualquier caso, suele grabarse el hombre en el antebrazo el número de serie para no olvidar lo que fue. Lo mejor es quedar con un amigo y beber unas cervezas. Ya digo, el amor un asunto de riesgo. 

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