Felicidad asistida

El llanto temprano de un bebé, la lectura de un buen libro mientras arrecia la lluvia en el exterior, o el olor de la mañana a café recién hecho y pan tostado

19 de mayo de 2025 a las 11:03h
Imagen que refleja la felicidad.
Imagen que refleja la felicidad.

La felicidad es la madre de todas las ciencias. Fíjense si es importante, que un sujeto triste e infeliz carece incluso de apetito. Por tanto, con ella hallamos paz mental y es la única que permite esbozar una sonrisa en tiempos de cólera.

¿Es por ello que cada vez cuesta más ver a la gente sonreír? Sin duda alguna. La sociedad polarizada y relativista que hemos construido entre todos tiene mucho que decir al respecto. Por eso, si la suerte le es esquiva o el cruel destino le niega la oportunidad de ser feliz no caiga ante el desánimo ni peque de resignación. No se cruce de brazos, rebélese y salga a buscarla.

Conseguirlo o intentarlo ―lo cual sería un comienzo prometedor― depende de una serie de gestos.

Primordial huir de los mensajes que lanzan los truhanes que usurpan el hemiciclo. Bien porque dibujan un panorama ficticio diseñado para el uso y disfrute de unos pocos del que, tanto usted como yo, no formamos parte. Para nosotros, tan solo queda polvo y cenizas.

No se deje engañar, aquellos que, parapetados en trajes y corbatas de diseño, dicen velar por nuestro bienestar, son los mismos que le anudan la soga al cuello con impuestos y mentiras. Auténticos emisarios de la infelicidad. Maestros del oprobio a los que solo podemos agradecerles el bien de la distancia.

Que la felicidad sea perecedera es algo que nos debería conducir a la necesidad de la optimización de recursos a fin de alargar la esperanza de vida de un suceso tan corto y espontáneo. De ahí mi profunda veneración sobre aquellas personas que se dedican a tirar del carro propio y del ajeno. Hacedores del bien que procuran un paraíso en vida. Y de estos últimos, seguro que todos somos capaces de poner nombres y apellidos.

El camino que conduce a la felicidad se recorre de manera serena y cortoplacista. Sobre todo porque en la travesía trabamos con cientos de improvistos que no dependen ―en su mayoría― de nosotros. Todo es más fácil rebajando el listón de expectativas. Cuanto menores sean, menor es el desengaño.

Ya lo decía el recientemente desaparecido Pepe Mújica, “O logras ser feliz con poco, o no logras nada”.

¿No les da que pensar la tendencia de aquellos hijos del asfalto y el ruido que huyen en busca del silencio y la naturaleza? La sencillez nos conecta con nuestra propia esencia.

Hablando de ser feliz con poco, hagamos un somero repaso sobre pequeños hábitos que bien podrían ser considerados píldoras de una felicidad inducida: el llanto temprano de un bebé, la lectura de un buen libro mientras arrecia la lluvia en el exterior, o el olor de la mañana a café recién hecho y pan tostado.

Para un servidor, que se conforma con más bien poco, la felicidad reside en algo tan básico como que los fulanos de Vodafone no me llamen a las tres de la tarde, o la agradable certeza de no tener que volver a escuchar a Melody durante un tiempo.

Gracias por la lectura y feliz lunes a todos.

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