Manolo Jiménez Pacheco, en una imagen de archivo.
Manolo Jiménez Pacheco, en una imagen de archivo.

Pocos sabían, sólo los más cercanos, que Manuel Jiménez Pacheco –Manolo, como a él le gustaba que se le llamase—, era mi tío. Quizás fuese porque era tío por parte de mi madre y ya se sabe, que el apellido materno no suele tener mucha visibilidad. Pero bueno, no es el momento de hablar de esto. Es el momento de despedir a un gran hombre, como lo fue mi tío Manolo.

El destino ha querido que un maldito cáncer haya apagado su voz a la edad de 84 años. A pesar de que lo enfrentó y luchó contra él como él siempre hacía, con ganas, valentía y fuerza. Porque él no le temía a nada. Nunca temió alzar su voz contra las injusticias y por ello, tomo las riendas de su barrio, y de toda la Zona Sur, para luchar por ella y devolverle la dignidad que él sabía que merecía. Y esa lucha la encabezó durante sus últimos 20 años de vida, los cuales dedicó, en cuerpo y alma, al activismo asociativo vecinal de Jerez. Por todo ello, tito Manolo, Jerez te debe mucho.

Pero el destino también ha querido que te vayas en el peor de los momentos, si es que hay alguno bueno para morir. Ahora que el mundo está inmerso en una pandemia que nos tiene a todos encerrados y confinados sin poder salir. Pero a él le bastaba que le dijesen que algo no se podía hacer para que lo desafiara. Así que ni el confinamiento le impidió irse, dejar el encierro y descansar. Descansar de una batalla que no pudo ganar, la única que perdió en su vida, la de la enfermedad, porque ninguna otra se le resistió.

Por ello, espero y deseo, que cuando pase toda esta locura, esta pandemia y este confinamiento, te podamos dar la despedida que tanto te mereces. Que Jerez te pueda despedir con honores, como uno de sus hijos predilectos que deberá recordar siempre. Porque ya lo decía Bertolt Brecht… “Hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años, y son muy buenos. Pero los hay que luchan toda la vida: esos son los imprescindibles”. Y tú, tito Manolo, eras de los imprescindibles. Te echaremos de menos. Allá donde estés… descansa en Paz.

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