Este invierno con caminos sin agua, ni viento ni frío

Foto Francisco Romero copia

Licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla. Antes de terminar la carrera, empecé mi trayectoria, primero como becario y luego en plantilla, en Diario de Jerez. Con 25 años participé en la fundación de un periódico, El Independiente de Cádiz, que a pesar de su corta trayectoria obtuvo el Premio Andalucía de Periodismo en 2014 por la gran calidad de su suplemento dominical. Desde 2014 escribo en lavozdelsur.es, un periódico digital andaluz del que formé parte de su fundación, en el que ahora ejerzo de subdirector. En 2019 obtuve una mención especial del Premio Cádiz de Periodismo, y en 2023 un accésit del Premio Nacional de Periodismo Juan Andrés García de la Asociación de la Prensa de Jerez.

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En aquel 2007, mucha gente nos quedamos perplejas al oír hablar a Mariano Rajoy de que el cambio climático no era tal, ya que tenía un primo que le había dicho que si no era posible predecir el clima de Sevilla a tres días vista, cómo se iba a saber lo que podría suceder en cien o trescientos años.

Pues muy pocos años han pasado desde entonces y ya muchas personas no relacionadas con el tema del medio ambiente y que vivían en su mundo particular sin importarle el mundo general, se están dando cuenta que algo está pasando.

Son esos mismos ignorantes que criticaban la investigación espacial porque hay que ver, gastarse el dinero en cohetes mientras los negritos de África se mueren de hambre. Negritos que nunca recibieron de los ignorantes un duro, que todo hay que decirlo. Cohetes que ponían en órbita satélites que nos informan que el clima de la Tierra está cambiando por nuestra culpa. Satélites que nos sirven para hacer más productivas las cosechas controlando los efectos del clima y las plagas, por ejemplo.

Sí, algo está pasando y es que los ignorantes, sobre todo, se están dando cuenta que en este invierno jerezano, donde antiguamente los caminos se hacían con agua, viento y frío, no hace frío, no llueve apenas y sólo nos queda el viento de Levante.

Al clima lo hemos vuelto locos con nuestros humos y nuestras políticas de energías no renovables, que hacen ganar dinero a los de siempre. Posiblemente tengamos una primavera alocada, que lleva incluida una Semana Santa temprana (el Domingo de Ramos coincide este año 2016 con el equinoccio de primavera por esa manía de usar un calendario lunar mientras el civil es solar, y otra cosa –oh Dios– con la que el papa Francisco quiere acabar). Una Semana Santa posiblemente con agua, viento y frío, que causará el mayor desasosiego a los cofrades, aunque ya mucho menos, porque realmente hoy se saca un paso a la calle cuando da la gana, y la Semana Santa ya no es algo novedoso por ser anual.

El único consuelo para la salvación del clima es que me atrevo a predecir que cualquier día, las hermandades nos ‘sorprenderán’ con la salida de la patrona o alguna advocación climática parecida en una procesión, (aquí la Virgen de la Cueva se lleva la palma, aunque en Jerez creo que no hay) para pedir que cese la sequía o que paren las lluvias.

Exactamente lo mismo que hacen esos negritos de África cuando tienen alimentos en el estómago para poder pensar, pedir a sus dioses que intervengan para arreglar los problemas del planeta, porque nuestros gobernantes y nuestras multinacionales, después de haberlos creado, ya no quieren saben hacerlo.

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