Sector ganadero español. Artículo de opinión escrito por Pablo Martínez Calleja, titulado 'España virtuosa y carnívora'.
Sector ganadero español. Artículo de opinión escrito por Pablo Martínez Calleja, titulado 'España virtuosa y carnívora'.

La columna sobre la ganadería intensiva y el asunto del chuletón ya la escribí hace meses, aquí; si le quitamos los cambios de ministerios casi todo puede seguir como en julio pasado. La única verdadera novedad es que se celebran elecciones en Castilla y León y han decidido que la carne sea un punto central de la campaña: ni siquiera los animales.

La Cabalgata de Reyes ha vuelto, también, a ser motivo de disputa, en especial en Cádiz, donde algunos pretendían poder derribar al Gobierno municipal por ella. Las mismas derechas que hacían esto en Cádiz convertían en un puro objeto sexual al rey Gaspar, aquí. Sobre la coherencia o no de las figuras que aparecen en las cabalgatas de Reyes pueden leer aquí. Sobre la coherencia de los que atacan a la alcaldía de Cádiz, aquí.

Más que de la verdad, entelequia donde las haya, es conveniente hablar de la coherencia, que es lo que seguramente permite comprender el significado de lo que se dice y de lo que se hace. Es sobre esta coherencia sobre la que el teólogo Tamayo ha llamado la atención a las derechas católicas, incoherentes con el evangelio cristiano. Aunque en el cristianismo mismo ya va la penitencia, que la verdad, que es para ellos el mismo dios, la sortean en menos que canta un gallo con sus mentiras piadosas, ¿en qué quedamos?

Quedamos en que les gusta hacer siempre de su capa un sayo. Con la carne, con la cabalgata y con la verdad. Todo les sirve con tal de imponerse y no conocen ninguna limitación moral. Es lo malo de tener dioses, porque a los propietarios de dioses sus dioses se lo permiten todo. Procesiones y celebraciones de Navidad en pandemia: lo que haga falta. Y mentir, que si es para mayor gloria de su dios las mentiras se quedan en mentiras piadosas y con un poco de agua bendita queda el alma como con el almidón.

Es el caso de los ocho mil sanitarios despedidos de la Sanidad andaluza, es el caso de las explotaciones ganaderas intensivas en Castilla y León, ahora que va a haber elecciones. Curioso es que, como cuando Antonio Machado, la España oscura se abraza a la mentira lo que haga falta y la España del progreso lucha por vivir en la verdad y en la coherencia.

Que haya gente que coma carne no es el problema, ni siquiera para muchos de nosotros, vegetarianos; lo verdaderamente conmovedor es cuando los carnívoros acusan a los vegetarianos de pertenecer a una secta solo porque no comen carne.

La España virtuosa es, en realidad, la España oscura, refranera y supersticiosa: Vetusta. Esa España que lo mismo se presenta escenificando a una virgen lacrimosa, pero que predica a los cuatro vientos ponerse y quitarse novios, y si te he visto no me acuerdo. Es algo que a mí me trae sin cuidado, la psicología moderna ha dejado claro hace tiempo que la monogamia es cosa humana excepcional, pero parece incoherente predicar a la virgen, virginidad y pureza, y quitarse y ponerse novios a capricho.

Vetusta está en los dos partidos de amplio espectro, PP y PSOE, además de en los partidos claramente reaccionarios. El conflicto de la carne lo vuelve a resaltar. La España moderna y de progreso debería aspirar a que su ganadería fuera exclusivamente extensiva, además teniendo en cuenta el inmenso territorio de que se dispone. Esa misma ganadería extensiva articularía el territorio y sería, también, un motor contra el cambio climático y contra la España vaciada. Ocurre, sin embargo, lo que con las fuentes de energía. El gas y la nuclear centralizan y así manejan los precios a su antojo; la ganadería intensiva centraliza y maneja los precios también a su antojo. El futuro de nuestra existencia como seres humanos está en la descentralización de la energía y de la ganadería o la agricultura.

Lo virtuoso me suena siempre a Vetusta, no me parece un valor sino un trampantojo. Vivir persiguiendo la virtud parece, además, agotador, sobre todo para las virtudes. Quizá fuera suficiente simplemente vivir, vivir y dejar vivir, sin agredir a nadie.

Siempre que se miente contra alguien, la mentira es una agresión; un puñal con el que se intenta matar socialmente a ese alguien. Hablo de la mentira dolosa, a sabiendas, que es a la que estamos asistiendo contra el ministro Garzón y todo lo que él representa en este caso; la legalidad europea, por cierto. Apenas en octubre pasado una cierta prensa hablaba de la burbuja de las macrogranjas, de 700 cerdos por habitante en Castilla y León, de pequeños ganaderos que tenían que cerrar por la imposible competencia con las macrogranjas. Esa misma prensa acusa ahora a Garzón de atacar al sector cárnico. Además, Castilla-La Mancha, Aragón, Cataluña y Navarra establecen o van a establecer regulaciones restrictivas contra las macrogranjas. Las manifestaciones en Castilla y León, con pancartas como La España vaciada nos la llenan de cerdos. Solidaridad permanecen en la memoria.

La mentira dolosa lo envuelve ya todo como en Vetusta.                                                   

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