La pandemia de la soledad

El aislamiento social eleva el riesgo de morir por alguna patología circulatoria entre la población general en un 34% mayor entre las personas

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Profesor de la EASP. Médico especialista en Medicina Preventiva y Salud Pública y Doctor en Medicina por la Universidad Autónoma de Barcelona.

Un hombre con su soledad sentado en la calle.
Un hombre con su soledad sentado en la calle. MANU GARCÍA

Leía el otro día una bonita idea que me gustó mucho: Un servicio de las bibliotecas de Barcelona inició durante la pandemia un servicio de préstamo de libros para ancianos que viven solos y que se mantiene para quienes siguen sin poder salir de casa ni pueden leer por sí mismos.

Ante la soledad y la lectura leí a Maruja Torres @MistralS que decía: Esto es emocionante: Lecturas literarias por teléfono para luchar contra la soledad: “Es el mejor momento de mi semana”.

Así Irene Vallejo @irenevalmore continuaba: Novelas por teléfono como medicina contra la soledad: "Jané cuenta que, mientras Llaverias le lee libros, en ocasiones cierra los ojos. Entonces tengo la sensación de que soy yo misma quien está leyendo. Y durante unos segundos, ya no me duele nada", cuenta.

Sobre ello, @rsulolivan recordaba: Montamos algo parecido con niños durante la pandemia > @QueUnen dentro de @frenalacurva
11800 libros para 11800 niños. Los adaptamos, ilustramos y editamos. Cerca de 100 voluntarios estuvieron llamando a muchos niños que habían perdido la conexión con la escuela.

Y @soniabarba añadía: Es una maravilla. Nosotras desde el @prostipoet también abrimos una línea de poesía por teléfono durante la pandemia y fue una experiencia increíble. Un abrazo enorme querida Maruja.

Y es que un conjunto de estudios muestra cómo la soledad aumenta el riesgo de morir. La soledad eleva el riesgo de morir por cualquier tipo de causa en un 14%.

La pandemia silenciosa de la soledad es un reto al que nos enfrentamos junto con la cronicidad y la dependencia. No basta con hacer un plan integral, hacen falta más recursos, sobre todo sociales, más cuidadores… porque nos encontramos cada día más con muchas personas que viven solas, muriendo solas.

Que la soledad mata no es nuevo. Los estudios científicos ya habían establecido la conexión entre estar solo y la muerte. Los estudios también destacan que algunas enfermedades, como las cardiovasculares y algunos tipos de cáncer, evolucionan peor cuando se vive solo.

Los estudios también, diferencian entre lo la sensación de estar solo (soledad), de la reducción de las relaciones sociales (aislamiento social). La situación es peor cuando lo que se mide es el impacto del aislamiento social, entendido como la escasez de relaciones sociales, ya que entonces el riesgo de mortalidad se agrava en un 32%. La falta de relaciones sociales agrava más la situación de los varones que la de las mujeres en cinco puntos porcentuales.

El aislamiento social eleva el riesgo de morir por alguna patología circulatoria entre la población general en un 34% mayor entre las personas. Mientras, los que se sienten solos, aunque tenían un ligero aumento en la probabilidad de morir por algún problema cardíaco, no era significativo, pero este resultado, unido al de la mortalidad por cualquier causa, nos sugiere que la falta de relaciones sociales, predice mejor que la sensación de soledad, el riesgo de mortalidad.

Y si veíamos estos datos en los problemas cardiovasculares, el riesgo de morir por cáncer entre la población general se agravaba en un 34% entre los que tenían pocas relaciones sociales, porcentaje que bajaba hasta el 9% en el caso de los que se sienten solos.

Y es que parece que las personas que viven solas se cuidan menos o les cuesta más seguir un estilo de vida saludable.

Una causa puede ser fisiológica, por las hormonas que se liberan en las personas que están solas frente a las hormonas que se liberan en las personas que tienen contacto e interacción social. Se ha comprobado que las mujeres que mantienen contacto social tienen una mayor probabilidad de vivir más años. Esto tiene que ver con la producción de cortisol frente a la producción de hormonas de la felicidad como la oxitocina o la serotonina, que se activan cuando estamos interactuando con otras personas o cuando estamos a gusto.

Otro factor que explicaría la relación entre soledad y mortalidad está en la cabeza. Se menciona que la incidencia de problemas mentales como la depresión es mayor en las personas que viven solas. La depresión adelanta los síntomas de las enfermedades neurodegenerativas, como el alzhéimer y el párkinson. Y esto viene acompañado del abandono de hábitos de vida saludables, retroalimentándose: Los ancianos que viven solos desarrollan antes estas enfermedades.

A medida que envejecemos vamos teniendo pérdidas, el amor, los amigos, nos vamos quedando solos. También llega la fragilidad, dejamos de salir y se pierden las relaciones. Ahora las familias son más pequeñas, lo que no ayuda tampoco a combatir la soledad. Además, podemos estar rodeados de gente, como en las residencias, pero la sensación de estar solo la podemos seguir teniendo.

Además de sensibilizar a la población contra el edadismo o sea contra la discriminación social por la edad, o el arrinconamiento de los viejos, habría que integrar los servicios sociales y los sanitarios, es importante aprovechar el tejido administrativo y el social; aquí es importante integrar la parte de salud con la social y así hacer la prescripción social, prescribir actividades como se prescriben medicinas. Pero también es necesario un cambio social porque, hay algo que es más profundo y tras la pandemia, otra vez nos estamos olvidando de los mayores. Nuestra cultura es básicamente familiar y el sistema de salud se apoya en la figura de los cuidadores.

Muchísimas cosas para hacer en este entorno de la soledad, donde unos y otros tenemos que invertir (y mucho).

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