El otro día tuve un encuentro digital para presentarme en esta casa. Es francamente divertido, se lo recomiendo a todo el mundo. “Tenga aquí su propio encuentro digital”, eslogan de cibercafé para solitarios. Total, que en un encuentro digital tienes que escribir respuestas casi a la velocidad a la que hablas, ves tus respuestas al minuto… lo que está muy bien, sin duda, lo que pasa que es irremediable que media hora después te leas tranquilamente y te pongas analógico: Sacas el boli y escribes un par de cosas que te gustaría matizar, aclarar o rematar. Por ejemplo, sobre las posibilidades electorales del PP en Jerez. Recordará el lector que di como favorita a María José García-Pelayo, aunque sin revalidar la mayoría absoluta de hace cuatro años. Pues bien, sin dejar de pensarlo, en mi respuesta debería haber incluido una variable importante, como sería una posible imputación de la candidata popular por el caso Gürtel. Yo creo que es una de esas cosas que independientemente de las posibilidades de que el asunto vaya p’alante o no, debe pesar mucho en el ánimo personal, sobre todo a la hora de afrontar una campaña electoral. Y, desde luego, le vendría muy bien al PSOE, vamos, que le haría la campaña.

También me preguntaba Borja, un joven periodista –leches, que no caí en quién eres, un abrazo- por la gente que trabaja de periodista sin tener los estudios y aunque le vine a decir lo mismo no lo resumí en una frase mía analógica de siempre: Cuando la gente va al médico o al abogado, quiere que le atienda un médico o un abogado. Así de simple. Las empresas privadas pueden hacer lo que quieran, claro está, que la gente tiene muchos sobrinos, pero en las públicas es inadmisible. ¿Se imaginan a un periodista en los servicios jurídicos del Ayuntamiento después de hacer un cursillo de Derecho por CCC o porque es muy espabilao? Pues para mí es lo mismo. Ahondando en este asunto, una cosa es periodismo y otra es espectáculo, y el problema es que al personal cada vez le cuesta más diferenciar uno de otro. Me parece muy bien que haya distintos showman en televisión, en redes sociales, que toquen aspectos de la actualidad –no tanto que se abuse del denominado gracejo andaluz-, pero tener un golpe, la más de las veces bajo, no tiene absolutamente nada que ver con ahondar en el por qué último de las cosas que busca el gran periodismo, el que proponen los analógicos Gay Talese, Norman Mailer, Ryszard Kapuscinski o incluso, en nuestra cercanía, Pedro Ingelmo.

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