El negocio universitario

Estos chiringuitos académicos, escasamente humanistas, se orientan a titulaciones de negocios y gestión, pero no dejan de ser clases particulares y decoran el dintel de sus puertas con un autobombo patético

JOSE PETTENGHI ARTICULO

Biólogo y profesor.

El negocio universitario. Jóvenes universitarios, en una imagen de archivo.
El negocio universitario. Jóvenes universitarios, en una imagen de archivo. MANU GARCÍA

Mis años universitarios quedan bien lejanos. Pero no por ello deja de sorprenderme el aparatoso jaleo de titulaciones, campus y másteres que hoy llenan el espacio universitario.

Resulta que el PP, con los votos de Vox, ha aprobado dos nuevas universidades en Andalucía. Privadas. Privadísimas. Una, la ‘Universidad CEU Fernando III’ en Sevilla, patrocinada por la Asociación Católica de Propagandistas, y la otra, la ‘Universidad Tecnológica del Atlántico-Mediterráneo (Utamed)’ en Málaga, que tiene detrás una sociedad de capital riesgo con sede en Madrid y una SICAV con sede en Luxemburgo. Privadas, negocios para ganar pasta y enseñar el comercio de la codicia y la especulación. Negocios que tienen como fin ganar dinero con el soporte —como siempre— del capital y de la Iglesia.

Universidades privadas que se unen a la ‘Loyola’, también confesional, junto a otros chiringuitos académicos como la ‘Marbella International University Center-MIUC’, las tres escuelas autonómicas de Dirección de Empresas, la de Organización o la de Gestión Comercial. También la ETEA, de la Compañía de Jesús, o la IMF Business School, en las que se paga hasta por respirar.

Los establecimientos universitarios privados se han multiplicado por 5 en 20 años, y ello en un claro contexto de retroceso demográfico.

Pero resulta que nada ha cambiado: desde hace muchísimos años, el sistema ha ido entregando la Educación a la Iglesia y al Dinero. Y hoy, cuando el hijo del trabajador ya puede acceder a la universidad, ese sistema coloca el listón un poco más alto: los másteres y la uni privada. El problema radica en que el trabajador incauto prefiere pagar en vez de hacer uso de la pública, la de todos y para todos. Como ha ocurrido en los institutos, que poco a poco están quedando arrumbados y desprotegidos para un público de pobres e inmigrantes. Los incautos pretenden pertenecer a las altas clases medias comprando una educación para sus hijos.

Los 9 rectores de la universidad pública se desgañitan diciendo que las privadas no cumplen los requisitos de calidad que les exigen a ellos, que dislocan un mapa coherente de titulaciones, y que compiten con lo público. Concluyen -¡qué descubrimiento!- que la Junta privilegia lo privado frente a lo público.

Estos chiringuitos académicos, escasamente humanistas, se orientan a titulaciones de negocios y gestión, pero no dejan de ser clases particulares y decoran el dintel de sus puertas con un autobombo patético: “Plus pecuniam quam mereor”. Que traducido resulta “Más pasta de la que me merezco”.

Pero en latín, que da mucho lustre y sirve para cazar incautos.

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