Estatua ecuestre del general Varela en San Fernando, uno de los títulos que desaparecerá.
Estatua ecuestre del general Varela en San Fernando, uno de los títulos que desaparecerá.

Si despojáramos al caballo de Varela de su carga ideológica nos quedaría una bella escultura en bronce… me refiero a la estatua ecuestre del general Varela que en breve va a ser desmontada para remodelar la plaza más céntrica de San Fernando (Cádiz). El caballo de Varela provoca encendidas y ásperas discusiones entre los isleños (gentilicio popular de los vecinos de San Fernando).

Posiblemente el problema no sea la estatua ecuestre del general Varela, que, ya digo, es un patrimonio de los isleños, una notable obra de arte creada por don Aniceto Marinas. Posiblemente el problema sea la existencia de un grupo de ciudadanos que considera al general Varela el icono de un patriota español, el ejemplo a seguir de un militar golpista, un personaje autoritario y protector convencido de que el pueblo era incapaz de gobernarse a sí mismo (para eso estaban ellos).

Posiblemente el problema no es la estatua de Varela, posiblemente el problema sea el fascismo que fluye de nuevo en el siglo XXI y que engrandece al personaje con la excusa de su alcance nacional, sus dos cruces laureadas de San Fernando —previas a sus repetidas traiciones a la República— y por su protección paternalista de lo local. El problema es que muchos ciudadanos no perciben a Varela en su otra dimensión, un sujeto violento y refractario a la democracia. El general no creía en esa cosa de las urnas, él era más de ordenar y ser obedecido, era más de mirar a otro lado mientras sus conmilitones se dedicaban a eliminar a una parte de sus paisanos. Y no puede ser, la gente que participó en la barbarie fascista que se inicia en julio de 1936 ni puede ni debe presidir las plazas de ningún pueblo de España. Lo dice la ley y el sentido común. También hay vecinos de La Isla que lo consideran un elemento identitario, han crecido a la sombra del caballo y no pueden o no quieren encontrar otra dimensión al asunto. Les resulta impertinente y una agresión a su identidad pensar en una plaza sin el jinete… siempre ha estado ahí, así es la historia y al que no le guste, que se joda y se largue… dicen.

Si no existiese el fascismo en el siglo XXI por las calles, con ese aplomo de normalidad, si el pueblo español hubiese sido capaz de condenar en su momento, de manera abierta y cabal, el régimen militar y fascista de Franco (por cierto, perdimos la oportunidad de hacerlo en la ejemplar Transición —o tal vez fuera imposible en esas circunstancias—) veríamos la estatua de Varela sin pasiones, como una parte triste de nuestra historia, y tal vez la podríamos admirar amablemente, como admiramos la estatua ecuestre del emperador romano Marco Aurelio… pero no es así como lo vemos.

No es así porque, para una parte del pueblo español, el régimen de Franco sigue vivo. Esa parte de españoles —de manera consciente o inconsciente— sigue sin interiorizar que fue un régimen criminal y condenable porque los españoles no tuvimos nuestro Nüremberg para visualizar el crimen que supuso el franquismo. Hoy existen ciudadanos que admiran a Varela y lo que representa: un militar golpista y autoritario, un militar que violó su promesa de lealtad a la República y levantó las armas contra sus propios compañeros y contra el pueblo que se las confió. Admiran al militar traidor y corrupto que aceptó sobornos de gobiernos extranjeros. No sé… nos pasó lo mismo cuando deseábamos la vuelta del felón Fernando VII. ¡Vivan las cadenas! Mientras esto ocurra… es decir, mientras existan amantes de estos valores opuestos a la democracia, no debemos consentir que las plazas españolas se conviertan en altares para iconos liberticidas. La democracia tiene el derecho y el deber indeclinables de defenderse de los que no la aman.

Por tanto, a servidor le parece que actualmente, defender la permanencia del caballo de Varela en mitad de la ciudad es defender un modelo de sociedad incompatible con la democracia. ¿Qué se hace entonces con el caballo y su jinete?  ¿Qué lo vuelvan a componer dentro de un recinto militar? No sé yo… Varela no es buen ejemplo para unas FFAA españolas que se esfuerzan cada día para ser un organismo moderno, apolítico, profesional, eficaz y al servicio de la sociedad. Varela no tiene, ni remotamente, absolutamente nada que ver con estas FFAA de 2021. Flaco favor le haríamos a nuestros soldados endilgándoles el marrón de acoger a un militar decimonónico, golpista y corrupto como Varela. Nos ha costado mucho tiempo y esfuerzo arrancar a Franco de los cuarteles como para que ahora les metamos a Varela. No, no creo que sea oportuno… Por otro lado, tampoco me veo aplaudiendo la voladura simbólica del caballo como algunos desean en secreto. Tal tropelía sería igualarnos con los talibanes cuando dinamitaron los budas de Bamiyan o se enfrascaron en triturar Palmira. No, no creo que destruir una notable obra de arte sea la solución.

Me gustaría, la verdad, que los ciudadanos de San Fernando —con sus representantes al frente— fuéramos valientes de una vez… a lo mejor TODOS tenemos que asumir que lo más adecuado que podríamos hacer en estos momentos es guardar el caballo en lugar seguro y discreto hasta que, pasado el tiempo necesario, superados los traumas y saldadas las deudas de aquella jodida guerra civil del siglo XX, seamos capaces de admirar la obra de arte como la obra de arte que es. Nada más. Pero ahora reconozcamos humildemente —y asumiendo cada cual su respectiva parte de responsabilidad— que hoy por hoy, desgraciadamente, aún no estamos en ese momento histórico.

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Comentarios (2)

Milano Hace 2 años
Gracias, amiga!!!
concha Hace 2 años
Muy acertado como siempre tu artículo.
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