'El síndrome de los pulgares'

Es llegar la primavera a Jerez, los días previos al Gran Premio de Motociclismo, y nuestros munícipes comenzar a levantar los pulgares. 

Es llegar la primavera a Jerez, los días previos al Gran Premio de Motociclismo, y nuestros munícipes comenzar a levantar los pulgares. Sin remontarnos más lejos, que se podría, los del PP, con el Paseo de la Fama de las motos que se montaron al comienzo de la Avenida, pasaron en 2015 una auténtica epidemia primaveral de pulgares para arriba, sobre todo García-Pelayo y Antonio Saldaña. Fue una buena idea aunque con un evidente uso preelectoral.

Ahora son los socialistas los que continúan con la tradición y ya se han hecho sus fotos con los pulgares para arriba, también por tema motero, claro. Que a mí me da igual, eh, que conste, que cada uno es muy libre, lo único que ocurre, como ya expliqué en una ocasión, es que tiendo a emular estas cosas y, no sé, luego me veo un poco tonto.

Sencillamente dejo de hablar y me dedico a levantar los pulgares. Continuamente. Tomando cañas, haciendo la compra, paseando por el mercadillo de los domingos… todo el rato respondo con los pulgares para arriba. El problema es estoy empezando a hacerlo cuando estoy solo. Si me gusta especialmente un capítulo del libro que estoy leyendo, si me han quedado bien los mejillones (los hago a la gallega) o simplemente si me he afeitado sin cortarme, ya estoy con los pulgares para arriba.

No sé de dónde nace todo este optimismo. Tras el Gran Premio poco a poco me voy serenando, volviendo a mi ser, a mi natural hosco, lo que pasa es que este año la Feria del Caballo va muy seguida y lo mismo no se me ha pasado por completo el ‘síndrome de los pulgares’. Mal asunto. No es la Feria un sitio para ir con las defensas bajas. A la tercera tortilla precocinada, a la segunda jarra de ‘timujito’… qué haces, ¿otra vez pulgar para arriba?