El miedo, una estrategia impuesta y poco democrática

Sebastián Chilla.

Jerez, 1992. Graduado en Historia por la Universidad de Sevilla. Máster de Profesorado en la Universidad de Granada. Periodista. Cuento historias y junto letras en lavozdelsur.es desde 2015. 

No. No funciona. O no parece haber funcionado este año. El miedo acecha a los ciudadanos que se disponen a ejercer el voto en democracia. Brexit, Trump, Reforma Constitucional en Italia... ¿aún no te has enterado? 

No. No funciona. O no parece haber funcionado este año. El miedo acecha a los ciudadanos que se disponen a ejercer el voto en democracia. Brexit, Trump, Reforma Constitucional en Italia... ¿aún no te has enterado? Lo que quieren que votes no ha salido. O eso nos hacen creer. Tal vez debamos volver a intentarlo. Menos mal que para una vez que lo volvemos a intentar –ayer en Austria- no nos ha salido el tiro por la culata. Aunque ya no sabe uno por dónde van los tiros y en definitiva qué es lo que se está buscando, ¿verdad?

Por ejemplo, este domingo aproximadamente 6 de cada 10 italianos que han ejercido su derecho al voto han rechazado la reforma constitucional del hasta ahora primer ministro –dimite tras la derrota- Matteo Renzi. Y la polémica está servida. La reforma constitucional propuesta por el líder del Partido Democrático es un intento de “simplificar” el sistema bicameral italiano, reduciendo, entre otras cosas, el número de senadores, vaciando a esa cámara de contenido y otorgando indirectamente más funciones al poder ejecutivo. El ‘no’, abanderado en la izquierda por el Movimiento 5 Estrellas de Pepe Grillo, y en la derecha por Forza Italia de Silvio Berlusconi o los padanos ultraderechistas de la Liga Norte, es un nuevo ‘no’ al establishment que puede provocar, además, una nueva crisis política e institucional en Europa (y en el mundo). Pero, ¿por qué el ‘no’ es una nueva traba? ¿Por qué ahora lo que votan los ciudadanos es tachado de ‘populista’ y ‘peligroso’ para el orden establecido?

No hay una sino varias respuestas, aunque con un móvil común. El pueblo necesita una válvula de escape, una vía alternativa a lo que no funciona. Ese camino alternativo ni puede ser liderado por aquellos que forman parte de aquello que no va bien ni puede regentarse en la consolidación de lo que les preocupa. La tentación de alinearse pues de gran parte de la ciudadanía con el cambio es evidente. Hillary Clinton, la Unión Europea y el ejecutivo italiano con la sombra de la Troika son parte –muy señaladas- del problema. Cualquier posición de rechazo ante ellos es una opción potencialmente factible. El miedo es secundario.

Es por este motivo fundamental que nos preparemos para lo que puede venir. El cambio de rumbo es necesario, y el miedo que imponen los que tejen las redes socioeconómicas actuales ya no funciona. La pregunta es si esa oligarquía invisible que impone el miedo tiene un as bajo la manga y se va a hacer pasar (o se está haciendo pasar) por lo que no es siendo lo mismo. En esa línea el peligro que nos acecha es aún peor. O tienes miedo y eliges lo que quiero, o me disfrazaré para comerte más y mejor. Frente a ellos y su orden neoliberal, los progresistas y la izquierda en general debemos tomar parte con una estrategia común. Pero sobre las formas y el camino a emprender sigue habiendo debate. No lo olvidemos: los fantasmas están ahí. Vamos muy tarde.

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