El instante de dos millones

Antonia Nogales

Periodista & docente. Enseño en Universidad de Zaragoza. Doctora por la Universidad de Sevilla. Presido Laboratorio de Estudios en Comunicación de la Universidad de Sevilla. Investigo en Grupo de Investigación en Comunicación e Información Digital de la Universidad de Zaragoza.

cristianodosmillones
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¿Qué llevas puesto en este momento? Así comenzaría un acosador sin demasiada imaginación cualquiera de sus conversaciones cotidianas. También es una pregunta frecuente al otro lado de un teléfono erótico. Y, paradójicamente, una madre que desee que nos abriguemos puede interpelarnos con ella cada noche de invierno para asegurarse de que llevamos encima el chaquetón o la rebequita. Yo le propongo hoy la misma cuestión trascendental pero con un cierto giro dramático-pecuniario: ¿cuánto vale lo que lleva puesto en este momento? Me atrevo, sin permiso del CIS, a realizar una estimación del común de los mortales españoles. Así a ojo de buen cubero. Entre la ropa interior, los calcetines, una camiseta, unos pantalones y unas zapatillas… ¿unos 80 euros? Y eso tirando por alto. Si añadimos chaqueta, reloj y alguna joya, aumenta la cifra, de manera que en el mejor de los casos se pueden rondar los 200. A lo mejor mientras lee esta columna se encuentra con una cantidad similar encima de su cuerpo, aunque nunca se haya detenido a razonar sobre ello. ¿Y por qué hacerlo?

A mí me ha dado por pensarlo esta semana, mientras veía la rueda de prensa de Cristiano Ronaldo previa al partido entre la Juventus y el Manchester. El delantero se presentó vestido de negro, con la gomina de rigor y luciendo joyas por doquier. Un ostentoso anillo en el dedo meñique, pulsera de diamantes y un espectacular reloj de brillantes valorado en dos millones de euros. Han leído bien. Solo con el reloj, el bueno de Cristiano lleva dos millones encima de su muñeca. Un ejemplo de sobriedad, discreción y buen gusto como pocos se han visto y solo dignos de CR7.

Al parecer, el reloj es sumergible hasta 30 metros y no sé a ustedes, pero a mí no se me ocurriría meterme en el agua con él. Casi no me atrevería a ir al baño de casa, ni a fregar un plato, ni a bajar al buzón. Pero él se va a ver a los periodistas y se deshace en aspavientos manuales para poder enseñar la joya en picado y contrapicado. Por lo visto, para hacerlo se han utilizado piedras preciosas que además son raras y están engastadas de forma invisible. Y solo existen tres piezas en todo el mundo. Eso, dice la firma neoyorquina que lo ha creado, es lo que justifica su elevado coste. No se sabe si el reloj es un préstamo publicitario de la casa o si forma parte de la colección privada del futbolista. Lo que sí está claro es que la duda es razonable, por lo que las finanzas del portugués podrían soportar con facilidad un gasto semejante.

Ahora vuelvan sobre su propia indumentaria, sumen si les parece el cómputo total de sus camisetas, pantalones, trajes, zapatos, pijamas, ropa interior y joyas varias. Vayan a su armario y multipliquen incluso lo invertido a lo largo de los años. Metan en la suma hasta su traje de comunión, el de boda y los modelitos de los domingos… ¿sacan una cifra aproximada? Seguro que después de realizar este ejercicio mental, el reloj de Cristiano no les parece para tanto y comprenden mejor dónde encajamos en el esquema de las cosas. Después de estudiar sin descanso, de batallar por ser los más preparados, de sacar una carrera, un máster, quizás una tesis, de partirse los cuernos día tras día, de aprender algún idioma… hay demasiadas paradojas en la vida que cristalizan en un solo instante. Un instante que golpea en el telediario como una bofetada. Un instante de dos millones.

 

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