Trabajadores de BBVA, en una imagen de archivo.
Trabajadores de BBVA, en una imagen de archivo.

El BBVA anuncia que va a despedir a muchos trabajadores y creo que tenemos dos opciones: votar a partidos que no regulen está situación porque creemos que todo debe estar supeditado a la oferta y la demanda o votar a partidos que intervienen en las decisiones empresariales, imponen sanciones e impuestos y legislan para que un juez dé esos despidos por improcedentes. 

Lo perverso y contradictorio de la situación es cuando muchos trabajan para el banco que lo va a echar y cree ( también puede ser en una panadería ) que la economía y el partido al que vota deben actuar y legislar como en la primera opción. Entonces revisamos, o deberíamos, que todo nuestro esfuerzo individual se ha ido al garete sin opciones de mejora. Empiezas a acordarte, todavía en silencio, de que sólo podría salvar la situación la segunda opción, con una unidad sindical fuerte y una visión real de tu verdadera clase social con un Estado que nos protega. Ya no eres tan de derechas.

Y ya te acuerdas, quizás, de esas hipotecas, esos índices abusivos, esas negativas a dar liquidez al trabajador, de ese rescate bancario multimillonario con dinero público, de la venta de activos tóxicos a otras entidades y a ciudadanos, con mala praxis, de la falta de transparencia, los cuadros de amortización en préstamos que han resultado, tras algunas sentencias, usura. Sabiendo que hasta que desde un alto tribunal, si eso sudece, lo tumbe, seguirán robando dinero. Entonces nos sentamos y revisamos que la palabra libertad es otra cosa y no la de los mercados o la de tu jefe al que defiendes porque el gobierno lo asfixia a impuestos. Asustado, no te esperabas nada, absolutamente nada, de lo que te sucede y ves que ya no estás seguro en club de los elegidos.

Y de nuevo tenemos dos opciones: poner el odio en los que menos tienen y adjetivarlos de vagos, subvencionados y meter a todos los políticos en el mismo saco. Guiarte por el populismo que te sigue diciendo eres mejor que esos pobres y que algunos menores extranjeros morenitos que son como mínimo el diablo. De repente es cuando nos toca ser honrados y desde la empatía revisar cómo nos ha podido pasar a nosotros. Personas de bien cualificadas y super productivas.  

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