Pablo Bustinduy en una charla mantenida con los medios de comunicación.
Pablo Bustinduy en una charla mantenida con los medios de comunicación.

Pablo Bustinduy abandona la primera línea política, es decir, la representación parlamentaria en Podemos. Seguirá ligado a las labores internas, sobre todo en materia teórica, pero da un paso atrás. El politólogo madrileño iba a ser el candidato a los comicios europeos, precisamente las elecciones que vieron nacer a la formación morada, en su momento emocional más pletórico. Lo anunció ayer en su cuenta de Facebook con una elegancia, humildad y elocuencia fuera de toda duda.

Siempre vinculado al ámbito de Internacional, Bustinduy era respetado y admirado por —prácticamente— todo el Congreso de los Diputados, no solo por sus formas constructivas, sino por el carácter intelectual, analítico y elaborado de sus intervenciones en el Parlamento. Su último discurso, en la sesión final de legislatura, quedará como perfecta despedida en el imaginario colectivo.

Simpatizante de las premisas y estrategias de Íñigo Errejón, logró de forma asombrosa hacer funambulismo político para ser bien valorado en las otras dos corrientes principales de Podemos; la vinculada a Pablo Iglesias (el sector oficialista) y la de los Anticapitalistas. Sobrevivir cinco años en Podemos sin que la etiqueta te ahogue y te caricaturice es una proeza; Bustinduy lo logró; fue una figura de consenso.

De imprescindibles está el cementerio lleno, pero unas retiradas escuecen más que otras. Bustinduy marcaba diferencias. Sin él, Podemos pierde capacidad de trabajo, calidad política, clarividencia en la exposición y vocación por la mesura, tanto interna como externa. Solo hay que repasar las menciones públicas tras su marcha para comprobar el calado de su labor en sus compañeros y compañeras, así como en la opinión pública.

Asume su “falta de fuerzas” para seguir en primera plana. Cuentan por los mentideros políticos que se aparta hastiado por las presiones internas, aburrido del lodazal de la guerra de familias. Que el continuo enrarecimiento del ambiente en Podemos, sobre todo tras la escisión errejonista, ha terminado con su paciencia. Aunque en todas las formaciones políticas se han producido espantadas y renuncias en el último ciclo político, es cierto que algo falla en Podemos cuando no es capaz de retener a una parte de sus talentos. Ese macroclima de competitividad extrema, la necesidad urgente de etiquetar a sus figuras, la desconfianza generalizada y el estrecho margen para la convivencia entre pensamientos divergentes ha concluido con su espantada.

Una salida digna, pero por la puerta de atrás, sólo apaciguada por un relevo con garantías; la extremeña María Eugenia Rodríguez Palop, que también genera consensos entre familias que reclaman amplitud de miras ante los medios de comunicación y por la espalda mantienen una lucha fraticida por el poder y los sillones.

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