Protestas en el Barrio de Salamanca.
Protestas en el Barrio de Salamanca.

A mi parecer, la mejor frase de Jurassic Park es aquella de cuando el T-Rex se escapa: “Cómo odio tener razón siempre”. Durante esta primera semana de fase 1, se han presenciado bastantes acontecimientos de los de reír por no llorar, algunos de ellos inmortalizados por la prensa, otros por las redes sociales. Eso sí, merece la pena que nos paremos a pensar en ellos.

Como era de esperar, la apertura de las terrazas iba a traer más de un dolor de cabeza. Por desgracia para bastantes hosteleros, el espacio con él que cuentan es mínimo, insuficiente para respetar las distancias de seguridad y que luego les salga a cuenta. Quien no ha sido capaz de encajar esa dura realidad se ha visto envuelto en cierres forzosos, algunos con su escenita. No era nada que no se viniese venir.

De todas formas, se están dejando pasar muchas cosas por alto. Se respeta la distancia entre mesa y mesa, pero parece que es difícil que se respete la distancia de seguridad entre los comensales de una misma mesa si estos son más de tres. Aquí entra en conflicto la ley con su aplicación, ya que es imposible llevarla correctamente a la práctica. Imaginémonos una mesa de 10 amigos donde todos guarden una distancia de seguridad de metro y medio. La cosa acabaría con una mesa de más de 7,5 metros de largo, prácticamente el largo entero de una terraza.

Si a su vez las mesas de cuatro respetaran la distancia de seguridad, teniendo en cuenta también el metro y medio; estas ocuparían casi tres metros cuadrados, cerca del doble que en circunstancias normales. Más la distancia de dos metros entre mesa y mesa… Puede que después de todo se aproxime a ese 30% de aforo que se planteó en un primer momento.

Como también muchos profetizaban, después de dos meses sin probar gota, dos cervezas harían el efecto de 10. Aun así, hay a quien se le ha ido de las manos la cantidad. Entra aquí en juego el ansia viva, que nos deja momentos de novela. Ya es conocida en todo el país la historia de un señor que triplicaba la tasa de alcoholemia y que le dio a tres coches. Pero tranquilos, que no mató a nadie. Me pregunto que sería de él si tuviera alguna responsabilidad pública.

De todas formas, más allá de las fiestas en casa y de las terrazas, el hecho que más me ha sorprendido son las colas desmesuradas en el McAuto y el AutoKing. Te hace pensar hasta dónde puede llegar la impulsividad de la gente. ¿Realmente es necesario ir corriendo a por un McPollo? ¿Vamos a vivir una fiebre de la comida rápida? Es algo que creo irracional y que, de momento, está fuera de lugar. Pequeños bares y restaurantes ofrecen comida para llevar y por supuesto de mejor calidad. Son comercios que necesitan nuestro apoyo y ahora más que nunca.

Aun así, el colmo de la estupidez se concentra en los sucesos relativos al barrio de Salamanca en Madrid. El ansia y la irracionalidad se potencian con el odio, el mayor combustible para el ser humano. Aquí en Jerez, más allá de la decoración de algunos balcones, he podido ver a quien use una camiseta de Sánchez Dimisión por encima de la camisa. Puede servir para mostrar descontento, pero no creo que el presidente del gobierno se conmocione, llore y dimita por un serio atentado al sentido de vestir bien.

Al final nos empezamos a balancear sobre la delgada línea del infantilismo. Es un comportamiento idéntico al de un niño pequeño, egoísta, actuando sin razón y trayéndole sin cuidado las posibles consecuencias. Es aquí donde surge la necesidad de que actúe papá Estado, para que los niños no se dediquen a meter los dedos en los enchufes. Al final, las travesuras tendrán duros castigos o serias consecuencias, y las rabietas serán inútiles.

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