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Detrás de esta pataleta no se esconde la defensa de la fe, sino el blindaje de privilegios por tradición.

Han salido en tromba de los templos, los palacios y las cavernas. Las Cospedales, Bertines y Montoros se han indignado, gritos al cielo, y la postura fingida de la élite que dice sentirse perseguida. Lo han hecho en domingo, será casualidad, con la camisa planchada, chaqueta, corbata y media sonrisa en la cara. La media sonrisa altiva y prepotente, la media sonrisa de superioridad, la media sonrisa de quien se considera con la capacidad y obligación de impartir lecciones y postulados. Hay que tutelar a las masas, nadie mejor que ellos, pensarán en unos razonamientos en los que el ego nubla el sentido.

Han salido en tromba y se sienten hostigados, fíjense. Reclaman respeto, cuando en realidad exigen privilegios. Insultan, critican y braman porque se quedaron sin razón ni lógica. El sentido común asomó la cabeza al tiempo que ellos se aferraron a la divinidad y las tradiciones, estancados en el pasado y estancando el presente.

Sacan pecho y claman a la libertad —sí, la libertad—. Quieren creer en lo que ellos deseen, pues háganlo. Quieren asistir a la eucaristía, pues acudan. A nadie le importa en qué invierten su tiempo. Se inventan, para justificarse, a un enemigo que prohíbe, coarta y censura. Crean fantasmas con la misma facilidad que dioses.

Porque detrás de esta pataleta no se esconde la defensa de la fe, sino el blindaje de privilegios por tradición, cuna y muy poca vergüenza. Nada de país laico o aconfesional. Nada de igualdad entre las distintas creencias. Nada de separación Iglesia y Estado. Ellos prefieren lo rancio. La caridad sobre los servicios sociales, las calles cortadas en penitencia, las fiestas de santos, los bienes sin declarar, los asesinos caídos con honores, el cura en La 2, el crucifijo para jurar el cargo, la religión católica en las aulas, la imposición de la Biblia a hierro y fuego.

Lo malo no es ir a misa, lo malo es que te obliguen como a mis padres en su niñez. Todos los viernes y domingos, anotada la ausencia —si es que alguien se atrevía— con bolígrafo rojo. Castigado a golpes el desertor en nombre del Padre, el Hijo, el Espíritu Santo y toda su casta.

Así que entierren la portada del ABC y el autobús naranja igual que a Queipo de Llano en la Macarena: muy hondo. Escondan las lecciones libertarias como los curas sus pecados: debajo de la sotana. Que de gente que defendió derechos y democracia tenemos las cunetas llenas mientras limpiaban las manos manchadas de sangre en la pila bautismal.

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