Un futbolista, sometiéndose a una prueba de Covid-19. FOTO: MIGUEL RUIZ/FCB
Un futbolista, sometiéndose a una prueba de Covid-19. FOTO: MIGUEL RUIZ/FCB

Seguro que de esta pandemia nace un mundo mejor. Hemos aprendido que un médico es más valioso que un futbolista. ¡Aplausos a las ocho para los héroes! ¡Un 10 para la ciudadanía que ha cumplido con el confinamiento! ¡Todos en casa! Hay que hacer caso a los expertos. Hay que reforzar la sanidad y la investigación… ¡Todo a la basura! ¡Volvemos a las andadas!

A este Pituffo Gruñón se le acabó el “buenismo”. Es muy difícil mantenerlo en esta sociedad. Dos meses encerrados  y no hemos aprendido nada. Como los que se apuntan al gimnasio en enero y en febrero ya no van. El ser humano es así. Es triste pero hay evidencia, somos egoístas por naturaleza y  las únicas razones para quedarnos en casa eran el miedo y la obligación. Al igual que Aznar pirándose a Marbella o Rajoy haciendo running (o como demonios se llame eso que hace Mariano), aquí lo único importante es el YO. Se pasa del “me quedo en casa” al “a mí nadie me dice lo que tengo que hacer”.

Los mismos que hace un mes decían que se había actuado mal y tarde, ahora quieren salir de una pandemia mundial sin desescalada, a pelo. Y no, no son unos pocos. Lo peor de todo es que estas actitudes no son solo cosa de los Trump, Bolsonaro o aquí en España de los Abascal y Ayuso de turno. A estos ególatras los vota la mitad de la población. ¡Qué lejos quedan actitudes como la del comunista Julio Anguita! (desde aquí un fuerte abrazo a don Julio y su familia) Qué bien vendría su pensamiento ahora. Permitidme que use sus palabras. “Si un político es honrado y los otros ladrones, votadlo aunque los otros tengan la hoz y el martillo” . La autocrítica y la inteligencia por encima del odio y la ignorancia.

"Los políticos somos como la sociedad que nos pare”. Exacta y dolorosa. Nuestros representantes son nuestro reflejo. Detrás del éxito de peligrosos personajes como los ya mencionados hay millones de votos. Hagan lo que hagan. Como el mismo Trump reconocía, “podría disparar  a alguien en la Quinta Avenida y no perdería ningún votante”. Sus seguidores son en una gran mayoría fieles acérrimos, forofos unidos por el odio. En España no es distinto. En nuestro país  el rencor a Pablo Iglesias genera millones de votos para PP y Vox. Da igual lo que hagan estos partidos, por muchas estupideces que diga y haga Díaz Ayuso, la inquina al coletas le asegura el puesto. Triste pero cierto.V

Pero si hay un ejemplo donde nuestra vileza moral como sociedad queda reflejada es lo que está ocurriendo con el fútbol. Hemos enviado a nuestros sanitarios a luchar a una guerra sin medios. En España el 20% de los contagiados son profesionales de la salud. El número de fallecidos y enfermos hubiera sido mucho menor si a los llamados trabajadores esenciales se les hubiera dotado de los medios de protección y pruebas de diagnóstico necesarios. Nada de eso importa ya. Vuelve el fútbol, y a pesar de que para muchos sanitarios no hay pruebas ni medios de protección, ¡para los futbolistas, sí! Esto hecho de por sí ya resulta lamentable, pero lo más abyecto es la justificación que dan algunos “creadores de opinión” movidos por ese odio del que os hablo y que se resume así: si la LFP (Liga de Fútbol Profesional) ha conseguido los test y el Gobierno de España no, así se demuestra la incompetencia de estos rojos socialcomunistas. Es problema de Pedro Sánchez, no de la Liga.

¡Pues no majadero, es problema de todos! ¡Durante dos meses hemos estado mandando sanitarios al matadero y ahora lo test son para el fútbol! Mientras los trabajadores esenciales no tengan todos sus pruebas el balón se debería quedar en el trastero. Parece que contra el egoísmo y la estupidez no hay virus que pueda.  Quizás un  ¡Viva el fútbol! en estos días esté demasiado cerca de unas cobardes pintadas de ¡Viva Franco! No lo digo por la conocida trayectoria del presidente de la LFP, Javier Tebas. Me refiero a una manera parecida de pensar. El amor a la patria se queda en la bandera. Ya da igual la salud pública, ya no importan los sanitarios. Es más necesario dejar en ridículo al gobierno comunista que conseguir que los trabajadores más esenciales se hagan todos los test necesarios y vayan protegidos. Como diría Antonio Costa, presidente de Portugal, RE-PUG-NAN-TE.

¡Viva el fútbol! Aunque sea en campos vacíos sin alma. ¡Viva el fútbol! Aunque a los futbolistas se les pasen más pruebas y controles que a los sanitarios. ¡Viva el fútbol! Que donde se ponen Messi o Cristiano que se quiten la ciencia y la investigación. Me permito la licencia de hacer mías las recientes declaraciones del, antaño admirado, periodista José María García quien ha manifestado: “Me parece una auténtica atrocidad y una necedad tremenda que vuelva a disputarse la liga. Esto es la victoria de los que anteponen el dinero a cualquier otra cosa (…) ver a futbolistas pasando cuatro test, cuando ves que médicos, enfermeras, auxiliares que se han jugado su vida por auxiliar a los demás y se les niega un simple test... es para decir que estamos en la España de unos todo, y otros nada”. Así de contundente.

¡Tenemos la mejor liga! ¡Somos campeones del mundo! ¿Os imagináis la envidia que nos tienen en Luxemburgo donde los trabajadores disfrutan de un salario mínimo de 2142 euros? ¡Cómo nos deben de mirar rabiosos los coreanos con 12,3 camas de hospital por cada 1.000 habitantes mientras España tiene 3! Y seguro que en Islandia se mueren de celos a pesar de ser el país con más test realizados, con 127,58 por cada 1.000 habitantes, cuando España no está ni entre los diez primeros. ¡Qué importa si nuestros investigadores y nuestros médicos se van a otros países a ser camareros porque allí les pagan mejor! ¡Viva el fútbol!

Y ahora vendrán las respuestas. ¡Demagogo!, me llamarán algunos. Es el insulto preferido de los que se quedan sin razones cuando destapas nuestras vergüenzas sociales. Pues que sepan todos estos que con este pituffo, madridista con carnet  y cadista por cuna, que no cuenten. Que la liga y el ascenso se los den a otro, que yo me quedo con mis recuerdos de Mágico González.

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