Oskar Matute, de EH Bildu, en la tribuna del Congreso de los Diputados.
Oskar Matute, de EH Bildu, en la tribuna del Congreso de los Diputados.

No hace mucho un familiar muy cercano me acusaba de tener poca memoria cuando le pregunté dónde estaba el problema de pactar con EH Bildu. Me resulta muy llamativo que cuando pregunto a alguien cuáles son las medidas de extrema izquierda de Unidas Podemos normalmente siempre me responde lo mismo: Venezuela, URSS y ETA. Es cansino discutir con quién no quiere oír y reconozco que, en la mayoría de los casos, ya no pierdo el tiempo. Pero esta vez, dado el cariño que me une a esta persona, quise hacer un ejercicio reflexivo para, si cabe la opción, reconocer mi error. Además, unido a que Bildu mostró esta semana su apoyo a los presupuestos y que no solamente la oposición, sino también algún que otro dirigente socialista, ha puesto por ello el grito en el cielo, quizás deba hacer ese ejercicio de memoria. Hagámoslo juntos.

Empecemos hablando claro. ETA es una de las bandas asesinas más nauseabundas y mezquinas de  nuestra historia. Sus reivindicaciones iniciales se convirtieron en una matanza sinsentido al llegar la democracia. Muerto el dictador, se les brindó la oportunidad de defender sus ideas en el parlamento, sin persecución ni prohibiciones y, sin embargo, apostaron por continuar y aumentar sus viles asesinatos. Asesinos, no hay otra manera de describir a esos desgraciados. Pero sigamos con mi problema de memoria:

Recuerdo cómo muchos dirigentes que hoy se ponen las manos en la cabeza y repudian a Bildu, insistían años atrás en la importancia de acercar el mundo abertxale a las instituciones si sus miembros se alejaban de las armas. Javier Maroto, hoy implacable portavoz del PP en el Senado, en una entrevista de TVE en 2011 llegó a decir: "Hay mucha gente en Bildu que ha pretendido la paz desde el principio", para añadir después que Bildu era una "amalgama plural" y que se requería un entendimiento entre todos”. Tal era el talante dialogante que durante su época como alcalde de Vitoria pactó, o votaron juntos- como les gusta decir a la derecha cuando les conviene-, con la izquierda vasca en varias ocasiones.

Pero sigamos recordando. 4 de Noviembre de 1998, el presidente Aznar reconoce que ha dado permiso para iniciar conversaciones con el, cito palabras textuales, “Movimiento Vasco de Liberación”. No había pasado aún un año y medio del asesinato de Miguel Ángel Blanco. Más memoria. Desde 2017 el PP ha puesto su firma junto a la de Bildu en el parlamento vasco más de una docena de veces, sin que, por supuesto, armaran jaleo alguno.

A Bildu se le exige condenar el uso de la violencia. Me parece una petición razonable. No entiendo entonces cómo se le niega el pan cuando, en más de una ocasión, lo ha hecho: 

21 de Julio de 2015. El periódico comunista bolivariano ABC resalta: “Bildu condena expresamente la violencia de ETA”. El propio redactor habla de paso histórico.

Buscando en la hemeroteca podemos encontrar bastantes noticias, aunque en medios nacionales con menor difusión, de distintas participaciones de este partido político en actos de homenaje a víctimas de ETA. Muchas veces lo han hecho con la boca pequeña, otras incluyendo a los que ellos llaman otras víctimas- que, guste o no, también las hubo- y, probablemente, obligados a empujones, poco a poco avanzando hacia el reconocimiento del daño producido por la banda terrorista. Teniendo en cuenta que el 20 de Octubre de 2011 ETA anuncia el cese de su lucha armada- el 3 de Mayo de 2018 su disolución-, hace 9 años de este camino de avance y son bastantes los gestos que indican el alejamiento de esta formación de la violencia etarra. Esta misma semana Bildu condenaba los ataques a la tienda de la familia de Santiago Abascal, aunque al líder de la ultraderecha no le bastaba, calificando de pantomima las palabras de Bildu.. O sea, que si no condenan la violencia mal y si lo hacen, peor. 

A pesar de ello, hay partidos que hacen gala de su intransigencia con Bildu mientras pactan y se manifiestan con VOX, una formación que, a pesar de los 45 años transcurridos desde la muerte de Franco, aún no han condenado la asesina dictadura de este genocida. ¡Qué cosas!

Vamos a ver, no me chupo el dedo. Está claro que en Bildu hay reminiscencias de sus orígenes, incluso algunos persisten en homenajear su pasado criminal. Algo parecido razonaban los que, a finales de los 80 o principios de los 90, me hablaban de la relación del PP con la dictadura. Pero mi razonamiento sigue siendo el mismo que por aquellos entonces; normalizar a quiénes quieren alejarse del odio e integrarse en una democracia más o menos moderna. Por eso aplaudí el magnífico discurso de un desconocido Pablo Casado en la reciente moción de censura, lástima que el señor Moreno y su vicepresidente Juan Marín quedaran contrariados por sus palabras. 

Y es que, aunque algunos lo sitúan en la misma línea, no es lo mismo Bildu que Vox; es muy simple, unos avanzan alejándose con tropiezos de la violencia, otros retroceden nostálgicos a la España de “una, grande y libre”. Curioso que alguien se altere cuando se hable con Bildu y sin embargo voten a partidos que pactan con Vox. 

El terrorismo, esa lacra de nuestra historia, se acabó con la lucha y oposición de la gran mayoría del pueblo español, no sólo con los que ahora agitan la bandera. Las víctimas de estos desalmados no eran exclusivas de un partido político o de los cuerpos de seguridad del estado. Amas de casa, periodistas, niños, funcionarios… les daba igual. Por eso ninguna asociación de víctimas puede arrogarse la opinión de todas las víctimas. Las había de derechas, centro y de izquierda. Incluso se mataban entre ellos. ¿Os acordáis de Yoyes? Yo sí. Será que tengo poca memoria.

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