Equipos fundadores de la Superliga europoea.
Equipos fundadores de la Superliga europoea.

No esperaba este pituffo hablar tanto de fútbol en esta columna, pero guste o no, este deporte es un fiel reflejo de los tiempos que vivimos. Mi corazón futbolero se divide entre dos amores, el Cádiz CF y el Real Madrid. En el primero se unen recuerdos de la niñez, cariño por mis orígenes y simpatía por el equipo humilde que lucha por llegar a enfrentarse a los colosos. En el segundo, se mezclan  el pique con los amigos, la alta competición y la épica de los grandes torneos. Pero todo esto importa poco a los dueños de los equipos más ricos de Europa, y por tanto del mundo, quienes, cansados de tanta injusticia cometida contra ellos, han decidido crear una liga exclusiva; un coto de caza privado a cuyas cacerías, rememorando tiempos del dictador, solo se puede acudir por invitación. Tras la polémica servida por el anuncio, Florentino Pérez, presidente y creador de esta liga, acudió ayer para explicarlo a ese lamentable programa llamado El Chiringuito. Rodeado de palmeros que babeaban ante sus declaraciones, al presidente del Real Madrid se le escaparon algunas confesiones muy ilustrativas a las que, una a una, me gustaría responder:

“Hemos perdido —el Real— 300 millones de ingresos en esta temporada por el covid”. El señor Pérez se olvida de que el covid ha afectado a todos los equipos, ¡Que se lo pregunten al Cádiz CF, que tras subir a Primera División después de 15 años, se encuentra con el estadio sin público!

“No puede ser que en Inglaterra, por ejemplo, los 6 equipos (de la Superliga) pierdan dinero todos y los otro 14 a lo mejor ganen…” “No puede ser que en la Liga española ahora mismo, ganen dinero la mayoría de los clubes modestos y pierda el Barcelona mucho dinero”. Uppsss, se le escapó…! No hay mejor muestra de elitismo que estas frases textuales. ¿No será que esos clubes ricos han tirado el dinero en fichajes estratosféricos completamente fuera de la realidad de nuestra sociedad? Cuando quiera Florentino hablamos de cómo el mejor jugador del mundo y sus constantes renovaciones firmadas por presidentes irresponsables han llevado al FC Barcelona prácticamente a la ruina. Es la crisis de 2008 de nuevo: las ganancias se reparten entre unos pocos, que ya ellos deciden cómo serán las limosnas que den a los demás,  y las pérdidas las socializamos. ¿No es algo parecido a lo que ocurrió con los bancos hace ya trece años? ¿No estaba JP Morgan, el máximo promotor de esta Superliga, detrás de aquella crisis? Ya ni se molestan en taparlo un poco.

“Hacemos esto para salvar el fútbol”. Por favor, que le den el Premio Nobel de La Paz, ya tardamos. También para Laporta quién, con mayor desvergüenza que Pérez, despotricaba hace unos meses de la Superliga y ahora le ha faltado tiempo para firmar con los demás. Aquí no hay banderas, ni nacionalismos que valgan. Al menos Florentino no se esconde y se muestra como la cara visible de este proyecto. ¿De qué se quejan los pobres si encima le vamos a dar más dinero? Fondo de solidaridad lo llaman. Sin embargo, omiten que ese dinero servirá para garantizar que no se acerquen a su círculo de ricos. Una limosna que- aunque, según dicen, será mayor que la que los clubes humildes reciben en la actualidad-, lo único que consigue es  aumentar exponencialmente las ganancias de los grandes y ampliar, más aún, la distancia con los modestos.

“Mi objetivo es que los reguladores sean cada día más transparentes…”. Para decir eso, creando una liga respaldada por JP Morgan, hay que tener la cara más dura que el cemento.

¡Qué mente maravillosa! ¡Un visionario este Florentino Pérez!  Pues lo siento por sus lameculos pero el neoliberalismo ya se ha inventado. Es más, su germen extendido por sociedades y pueblos está más que visto en los últimos años con fenómenos como el proceso independentista catalán, el Brexit, Donald Trump o los más castizos Vox o Díaz Ayuso. Todo se resume en que el niño mimado de familia muy rica se queja de lo injusta que es la vida con él. El chaval, llamémosle Borja, protesta por todo. Relata su vida como impregnada en la cultura del esfuerzo por el mero hecho de ser un estudiante aplicado en el Colegio de los Escolapios, estudiar en una universidad católica privada y trabajar desde los 18 en un negocio de su invención pero creado con el dinero y/o las influencias de papá.

Según Borja, cualquiera puede imitarlo y el que no lo hace es por vaguedad pura y dura, porque subvencionado con los impuestos que le roban de su dinero se vive del carajo. Pues eso es la Superliga Europea, un club de Borjas. Venden su historia como si en la carrera de la vida, sus competidores hubieran partido de la misma casilla de salida que ellos y donde el entorno sociocultural, el pasado familiar y la situación social no influyeran en el desarrollo de una persona o proyecto. Es lo mismo nacer en una familia adinerada que en una pobre, y es lo mismo crear y desarrollar un club de fútbol en Cádiz o Jerez que en Madrid o Barcelona. Pero lo más nauseabundo de todo, es que los privilegios de los Borjas nunca han dejado de aumentar y la distancia con sus competidores es casi insalvable. Los Borjas se quejan de los negocios mafiosos de sus padres, FIFA y UEFA, y tiene razón, lo que ocurre es que la solución que plantean es aún mas elitista e injusta. Si hay equipos que pueden quejarse de estos dos organismos deportivos, les aseguro que no son ninguno de estos doce superequipos. La vía establecida hoy para acceder actualmente al club de los poderosos es muy limitada pero Borja ve en peligro su estatus.

Para finalizar, les hago una confesión. Si estos equipos quieren un modelo a lo NBA, perfecto. Yo soy un seguidor de esta competición, me divierte, me distrae, y la consumo como las series de Netflix, pero soy consciente de que solo es un negocio sin pasión ni romanticismo, donde hasta los jugadores son mercancía de intercambio. La NBA está llena de enfrentamientos entre grandes equipos pero repetidos hasta la saciedad (lo último ha sido crear la aburrida idea de los back to back) convirtiéndolos en partidos intrascendentes, repletos de individualidades excéntricas. Hasta los play off, nada de nada. Lo que aún hace al fútbol distinto en todo el mundo es el sueño de alcanzar un imposible, la idea utópica de que, algún día, Cádiz o Xerez estén entre los grandes. Esa pasión lleva a ver cómo sus aficionados, refugiados en un sentimiento romántico, siguen a su club allá donde sea que juegue, “sin importarles que nunca lleguen a ser campeones” (Manolo Santander díxit). Eso es lo que Florentino y los suyos no entienden y nunca lo harán. Me duele decir esto, pero si siguen con esta idea quédese el Real Madrid con mi carnet que yo me quedo con el Cádiz, Cervera y su lucha que no se negocia.

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