El rey Juan Carlos, en una imagen de archivo.
El rey Juan Carlos, en una imagen de archivo.

Nuestro anterior jefe del Estado, hombre ejemplar según muchos, pagó ayer 678.394 euros que un despiste sin malicia le hizo no declarar. Desde que se descubrió este nimio incidente, las hordas malvadas socialcomunistas pusieron todos sus esfuerzos en vilipendiar al Borbón y darle a la matraca con su deseada República. Por suerte para el monarca, nuestro país está lleno de patriotas repartidos por todos los estamentos: desde el Ejército, pasando por la Justicia y los medios de comunicación, hasta llegar a los empresarios, la banca o la misma Agencia Tributaria que, a pesar de conocer la noticia del olvido económico de su majestad hace bastante tiempo, no había tenido a bien iniciar una investigación. ¡Viva España! ¡Viva el Rey!

Mientras tanto, nosotros los piojosos rabiamos reclamando la igualdad de todos los españoles. ¿Y por qué el pueblo español no se une para acabar con estos privilegios? La explicación que encuentro es que los perroflautas queremos algo que a la gran mayoría de la población no le interesa. ¿Qué es eso de la igualdad? Como bien decía ayer por la tarde un tertuliano en la televisión —Israel García Juez se llama el susodicho— Españoles hay muchos y Rey solo uno, alguna concesión debe de tener el pobre. Visto el patio, con toda seguridad seamos nosotros los equivocados. Probablemente estemos siendo demasiado tiquismiquis con la realeza. Así que desde esta tribuna os pido: ¡Paremos compañeros!, ¡ya está bien de atacar al débil! No seamos tan duros con quien, incluso, se ha tenido que marchar de España. Nosotros, que nos enfadamos tanto cuando los jóvenes se van al extranjero a buscar trabajo, deberíamos estar ahora más cerca del emérito, que a sus 82 años se ha tenido que ir a buscarse la vida por esos mundos de Dios. Nosotros, el vulgo, que lo único de lo que debemos preocuparnos es de llegar a fin de mes, ¿qué sabemos de vivir presionados? Quizás deberíamos tener un poco de empatía y entender los sufrimientos que provocamos a víctimas colaterales como  Froilán y Victoria Federica. 

Si el pueblo no nos apoya y nos llama extremistas radicales, deberíamos hacer introspección y averiguar a qué se debe nuestra obsesión ¿No han demostrado ya los Borbones su lealtad y amor por nuestro país? Con toda seguridad, los gruñones no hemos sabido verlo. Pensadlo bien, decidme una familia que represente mejor a sus súbditos. No hay mejor representación de los defectos mundanos de su pueblo: Les gusta el dinero, ¿a quién no?; ¿no es, acaso, escaquearse de Hacienda el deseo de millones de españoles? ¿No es el regalo de millones de euros a su special girl, la demostración de un hombre generoso y consciente del sacrificio que hacía la rubia al estar con él? ¡Qué mayor ejemplo de su carácter campechano!. ¿Una vida de lujos? Seguramente, un coñazo para un tipo  como el emérito. 

Pensémoslo bien ¿Quién encarna mejor que Juan Carlos I a la España de Bertín Osborne, José Manuel Soto o Carlos Herrera? Qué mejor referente para continuar con la España de cortijos, toros, obispos y pandereta. Cada día estoy más convencido de que esa es la España de verdad: aquella que no pide trabajo y a la que le gusta mantener los privilegios de sus señoritos. La España heredera de esa imagen de Los Santos Inocentes que tan magistralmente reflejó Mario Camus. La España, que engalana sus balcones con la rojigualda, está claro que no merece otra cosa que un Rey como el emérito y la supuesta oposición de un partido republicano como el PSOE. Sí, del PSOE, ese partido del Yo soy republicano pero… Está claro que en nuestro país, todo lo que pase de ahí debe eliminarse. 

Así que ya pueden estar tranquilos esos militares que desean fusilarnos a 26 millones de Españoles. No se preocupe mi general, somos muchos menos y no tendrán que gastar tantas balas. Si hay ruido de sables,  los que deseamos un país distinto que progrese  lejos de monarquías y sotanas, tendremos que volver a salir pitando.  En la patria de Dios salve al Rey no hay lugar para un Pituffo cada día más agnóstico y republicano.

No es consuelo, pero a Juan Carlos I la historia le guardará su merecido lugar, tal y como hizo con sus ilustres antecesores. Rey, por obra y gracia de un dictador al que él mismo reconoció deber su corona. Rey, pasando por encima de su padre quien se sintió traicionado por su hijo. Rey, sin preguntar al pueblo que supuestamente liberó. Ya reconoció el propio Suárez por qué no hubo referéndum tras la muerte de Franco. Rey, que llegó sin un duro y acabó multimillonario. Rey, por la gracia de Dios. Rey, por la no obra de los españoles. Así que nos jodemos Ortega, con este pueblo no hay lugar para tu Delenda est monarchia. Está claro que los raros somos nosotros.

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Comentarios (1)

Manzanilla Hace 3 años
Genial artículo. Pero tenga cuidado no se meta con el HSBC (Herrera, Soto, Bertín y Casado) por parodiar, digamos, un poco a Herrera
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