Dani

El pintor entiende la idiosincrasia de la ciudad, sus contradicciones, ese “duende” que la hace única, distinta- ni mejor ni peor- a todas sus hermanas andaluzas

JL Ruffo y el pintor sevillano Daniel Franca.
JL Ruffo y el pintor sevillano Daniel Franca.

El pintor sevillano Daniel Franca presentó ayer el cartel de la Semana Santa gaditana. A sus 36 años- su juventud es casi insultante- también será el creador del próximo cartel de la Semana Santa de Sevilla. Dos ciudades antagónicas, dos ciudades similares. En mi mente, los dos lugares más importantes de mi vida siempre se unen, se mezclan, y tengo la impresión de que el pintor piensa lo mismo. Daniel Franca se definió ayer como un sevillano atípico y su concepto del ser humano también lo es, más en estos tiempos que corren. En su visión global mezcla, como si fueran colores de su paleta, las diferencias entre mundos, y nos enseña que es precisamente en esa disparidad donde radica la belleza. La diversidad une, no separa, y la pintura de Daniel Franca nos abre los ojos para mostrar que la vida no tiene sentido sin evolución, que no puede haber miedo en lo distinto.

No soy experto en arte, espero que el autor me perdone, y tampoco entiendo de técnicas. Quizás por eso siempre me parecerá mágico el proceso  por el que un artista convierte un lienzo en blanco o un trozo de piedra en una obra de arte. Yo, en mi posición lega, solo sé decir cuando algo me emociona, y la obra de Daniel Franca lo consigue siempre.
Desde estas líneas quiero animaros a contemplar el cartel que regaló ayer a Cádiz: transgresor y tradicional al mismo tiempo. El pintor entiende la idiosincrasia de la ciudad, sus contradicciones, ese “duende” que la hace única, distinta- ni mejor ni peor- a todas sus hermanas andaluzas. Franca lo absorbe a la perfección y solamente los genios pueden hacer eso; viajar a lo más profundo y obtener el fruto de la esencia. Solo a un artista privilegiado se le ocurriría juntar en una misma obra la belleza misteriosa del Cristo de la Buena Muerte con los papelillos de Carnaval. Todo unido, todo bello.

Pero el Pituffo Gruñón no escribe hoy estas letras para engrandecer al pintor- sería absurdo y mis palabras son demasiado humildes para describir la dimensión de su arte en toda su amplitud. Yo quiero destacar a Dani, la persona. Es increíble, que alguien al que has visto cuatro o cinco veces te marque tanto. Pero la vida nos unió en un golpe y entonces comprobé que Dani representa la humildad, la bondad, la dignidad y la honradez. Dani transmite cercanía y, con su manera de entender la vida, consigue que lo muy lejano te parezca familiar. Su visión del mundo, quizás sin saberlo ni pretenderlo, se convirtió en una de las influencias  que me enseñó a transformar lo malo en bueno, a superar las montañas por muy altas que sean porque detrás siempre hay un amanecer. Su obra nos enseña el camino, pero su ejemplo nos muestra cómo debemos afrontarlo.

Y así, algún día, Cádiz presumirá de tener un cuadro de Daniel Franca.
 Mi familia y yo, sin embargo, nos sentiremos privilegiados siempre por haber conocido a Dani.

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