Luna, voluntaria de Cruz Roja, abrazando a un inmigrante en Ceuta.
Luna, voluntaria de Cruz Roja, abrazando a un inmigrante en Ceuta.

Querida Luna:

Dicen que una imagen vale más que mil palabras; y debe ser cierto, sobre todo, cuando la imagen es tan bella como la de una voluntaria de Cruz Roja en Ceuta abrazando a un inmigrante exhausto, y las palabras son tan nauseabundas como las de esa niñata de extrema derecha, y permanente cara de asco, llamada Cristina Seguí. Lo de niñata no creas que va por su edad, sino por su visión del mundo y educación, o más bien por la carencia de esta última. Pero estas palabras negativas sobre la susodicha engreída van a ser las únicas connotaciones negativas de mi carta. Y es que, Luna, un acto como el tuyo no debe ser ensuciado ni por las palabras de odiadores profesionales ni por mi total aversión hacia ellos. Hace unos días escribí en el WhatsApp que comparto con otros pituffos gruñones que, si dijese lo que pienso sobre lo ocurrido en Ceuta, me llevarían preso. Esa es la razón por la que he evitado un artículo respecto al tema, ya que todo lo que bullía en mi cabeza eran una serie de epítetos e insultos contra aquellos que, una y otra vez, intentan sacar tajada del sufrimiento humano. Pero, entonces, vi vuestra foto en las redes sociales y, gracias a ti, Luna, todo cambió. Tu abrazo ha hecho desaparecer mi enfado. 

Lo único que puede salir ahora de mi teclado son palabras bellas, alejadas de todo ese odio que generan algunos energúmenos y sus seguidores. Gracias, te repito, por todo ese amor que describe tu gesto. Gracias, por entender y demostrar que este mundo no debe dividirse en personas legales e ilegales. Tu abrazo acogedor demuestra la necesidad de empatía en este mundo; tu abrazo acogía el sufrimiento de aquel hombre y, rodeándolo entre tus brazos, compartiste ese dolor, lo hiciste tuyo. 

Luna, tú representas la esperanza, la luz entre tanta oscuridad. He leído que has cerrado tus cuentas en las redes sociales debido a los insultos que muchos vomitan contra tu persona. Creo que has aprendido, tristemente, cómo las sombras se rebelan cuando la luz las aparta. Es su naturaleza, para muchos de ellos no hay más opción. Debes entender que estas alimañas no pueden obrar de otro modo, ni saben ni les interesa. Sus almas ennegrecidas sienten verdadero pánico ante un atisbo de igualdad y cercanía entre los seres humanos, por eso recurren a los insultos y amenazas. Quizás no les dieron una hostia a tiempo, o les dieron demasiadas, ¿quién sabe? Lo que sí sé es que su escasa autoestima se tambalea ante la presencia de personas como tú.

He de decirte, que este humilde Pituffo Gruñón ha intentado en sus artículos y novelas denunciar lo injusto y desigual que es este mundo. Pero me gustaría hacer hincapié en un aspecto: Luna, yo lo he intentado, pero tú lo has conseguido. Gracias, una vez más, por tu acto. Por favor, no desistas ante el rencor y las tinieblas. Tu abrazo debe ser el símbolo que nos guíe; y muchos necesitamos de la brújula que representan tus brazos para seguir en el camino, convencidos de que la solución no puede ser otra que el mundo que tú representas. Ese abrazo muestra el futuro mundo que quiero para mis hijas. 

Por eso, hoy este Pituffo no gruñe, ni se cabrea. Me encantaría que te llegaran estas palabras y las compartieras con tus compañeras y compañeros de las ONGs que trabajáis allí. Vuestra lucha nos da esperanza. Tú, Luna, representas mejor que nadie aquellas palabras de John Lennon: "La paz no es algo que deseas, es algo que creas, algo que haces, algo que eres, y algo que regalas".

Gracias, Luna. Este mundo te necesita.

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