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 Para que haya gentrificación, primero hay que dejar que una zona se degrade y se despueble, premisa que está más que cumplida, demasiado, aquí en Jerez. Luego se regenerará la zona y se pondrá de moda.

Hace pocos meses escribía un artículo donde mostraba que en Jerez aún se está a tiempo de no caer en la gentrificación. Este fenómeno, recuerdo, se puede definir como la expulsión de la población autóctona de un barrio, normalmente deprimido o arruinado, toda vez que la regeneración se ha producido y la zona vuelve a estar de moda. Ello acarrea una subida bestial de los alquileres tanto de viviendas como de locales, lo que a su vez produce que el comercio tradicional, al no poder hacer frente a esos precios abusivos, desaparezca en favor de negocios de hostelería y servicios turísticos que finalmente terminan copándolo todo, incluso el propio espacio público. También se le llama elitización social o aburguesamiento al transformarse en lugares sólo al alcance de ricos y potentados. Esa pérdida de población nativa, normalmente formada por personas pertenecientes a familias que llevan varias generaciones viviendo en el mismo barrio, en favor de los apartamentos turísticos, trae consigo consecuencias desastrosas a largo plazo, ya que la propia ciudad va perdiendo su principal activo económico y de imagen, que pasa a manos de negocios privados o fondos de inversión de dudosa procedencia que termina llevándose todos los beneficios a cambio de empleos más que precarios y sueldos indignos.

Pero no pretendo repetirme en argumentos que ya expuse en su momento. Como seguro sabéis, el pasado fin de semana estuvimos en Madrid para participar en el encuentro de asociaciones vecinales de centros históricos europeas, donde lógicamente se habló bastante de gentrificación y de otro fenómeno asociado, como es la turistificación. Paralelamente, leía ayer en lavozdelsur.es un interesante artículo de Carlos Piedras sobre esto mismo con el que comparto algunas cosas, pero difiero bastante también en otras, sobre todo en el final del mismo, cuando tilda de pijos los problemas de los vecinos de los centros históricos de las grandes ciudades europeas. Hombre, hablar de pijos cuando se te intenta expulsar del barrio en el que vives, cuando tus vecinos van cambiando cada dos semanas porque los pisos de al lado se han convertido en apartamentos turísticos, lo cual ha llevado a una subida de precios inasumible por el pequeño comerciante y ha provocado la pérdida absoluta de tiendas de proximidad y a su vez ha propiciado la invasión de los espacios públicos de mesas de los bares que lo han copado todo y llenando tu entorno de ruidos durante día y noche de manera sostenida, creo que afecta de tal modo a tu modo de vida que quizá calificar sus demandas como pijas pueda parecer cuanto menos superficial e irreal. Una demanda pija sería pedir que te quitasen de debajo de tu casa la tienda de Modas Paqui para ponerte un Zara o que se denuncien faltas de equipamientos como pistas de tenis, pádel o golf. Lo otro, lo que verdaderamente denuncian los vecinos europeos, es algo estructural que tarde o temprano afecta a todas las ciudades por igual.

Claro que en Jerez no padecemos aún la gentrificación, pero porque llevamos un retraso en el tránsito de las diferentes fases de la misma que permite vislumbrar un poco de luz al final del túnel si se tiene la voluntad, política sobre todo, de hacer las cosas bien, lo que hoy por hoy provoca que esa luz se difumine completamente. Para que haya gentrificación, primero hay que dejar que una zona se degrade y se despueble, premisa que está más que cumplida, demasiado, aquí en Jerez. Luego se regenerará la zona y se pondrá de moda, subirán los precios del suelo y los alquileres y los pocos vecinos que quedan en la zona serán poco a poco sustituidos por población nueva de alto poder adquisitivo. Ahí, obviamente, no hemos llegado y es donde reside la esperanza de no caer en el mismo error que tiene en jaque a otras ciudades como Venecia o Barcelona. Para ello hay que prepararse bien, proteger el derecho de las personas con recursos medios o sin ellos para que puedan vivir en el centro histórico cuando esté regenerado, que a este paso y con el nivelito político que tenemos en la ciudad, quizá en el año 2.147 a lo mejor está medio revitalizado. Y, desde luego, realizar campañas para que el comercio local de proximidad se mantenga y aumente, de acuerdo con la población que volverá a la zona para vivir.

Nosotros sí consideramos útil, eficaz e importantísimo unirnos con nuestros pijos compañeros españoles y europeos, algunos de ellos, por cierto, pertenecientes a unas asociaciones enormes y bien organizadas (la de Amsterdam tiene casi 3.500 asociados, demasiados pijos, creo yo). Además, si estamos hasta la coronilla de oír a nuestros incompetentes políticos decir eso de que lo que es bueno para Europa es bueno para España, ¿por qué no vamos a pensar nosotros que lo que es bueno para nuestros colegas europeos no va a ser mejor para los vecinos españoles, andaluces y jerezanos? Pues eso.

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