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El Partido Popular, la organización política que sustenta al gobierno municipal, ha decidido aparcar sine die uno de los proyectos estrella de su candidata a las municipales de 2011 y ahora alcaldesa María José García Pelayo. Entonces lo prometió casi en cada esquina (incluidos los decepcionados detallistas de La Plaza) y en estos años también ha 'vendido' una y otra vez una actuación sujeta a múltiples modificaciones hasta quedar casi en garabato de la idea inicial. Y la realidad hoy es que tras todo eso, puede que la terminal de la plaza Esteve, previa demolición del antiguo edificio del IARA, no termine concretándose nunca. Este nuevo bandazo popular, confirmado en las páginas de Diario de Jerez por el responsable local de Urbanismo y Movilidad, Agustín Muñoz, pero fácilmente previsible a tenor de la polémica ciudadana desencadenada a primeros de año, se ajusta a la política veleta y de gestión 'a golpe de titular' que se ha venido llevando a cabo en el Ayuntamiento en estos casi tres años de mandato.

Llamativamente, y por el contrario, la presión social o la opinión pública no bloquearon y paralizaron los planes de Pelayo en decisiones tan trascendentales y traumáticas para cientos de familias (y para el propio funcionamiento del Ayuntamiento) como despedir a 260 trabajadores. O más ligadas al interés general, nadie pudo detener la operación emprendida (con tres concursos públicos mediante) para la privatización del agua. Su inflexibilidad a la hora de repensar o renegociar la adopción de medidas de ese calado social y ciudadano contrasta con su laxitud a la hora de ceder en lo que ella misma ha considerado una y otra vez un proyecto de ciudad prioritario (ver vídeo del pasado enero), justo y necesario. Un proyecto, además, que se suponía consensuado. O al menos de eso se llenaban la boca públicamente los responsables del PP. De lo otro, de lo traumático, de lo nocivo, no habló Pelayo cuando hubo campaña electoral. La ciudadanía le otorgó su confianza a partir justamente de un programa electoral que no va a cumplir. ¿Quiere esto decir que había un plan premeditado? ¿Será que la alcaldesa y el PP jugaron al despiste prometiendo cosas que sabían que no iban a llevar a cabo para, paralelamente, tamizar una agenda oculta que sí han seguido a rajatabla? 

La marcha atrás en el proyecto de Esteve -veremos a ver a qué se destinan al final los fondos de Zona Franca- es sana políticamente, más allá del deseo oculto de evitar un conato de Gamonal en la antesala de las elecciones europeas. Lo perverso es que cuando restan doce meses para la campaña electoral de las municipales de 2015 la alcaldesa y su partido hayan demostrado una vez más que su proyecto de ciudad está construido con más humo e improvisación que con materiales sólidos y bien pensados con el fin primordial de 'rescatar' a los jerezanos de una fractura social de dimensiones colosales que no hay propaganda que tape. Cualquiera podría pensar que de las nuevas promesas de Pelayo en enero pasado sobre el futuro de la flamante terminal de Esteve se ha pasado en apenas un trimestre al malogrado proyecto de Esteve pero como símbolo de un gobierno terminal.

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