Tarifa y la obligación de ordenar Los Lances

La localidad se juega en esta reordenación más que un tramo de litoral: se juega su credibilidad, su identidad y su futuro

20 de agosto de 2025 a las 10:33h
Un tramo de paseo marítimo en Los Lances sur, en Tarifa.
Un tramo de paseo marítimo en Los Lances sur, en Tarifa. JUAN CARLOS TORO

El litoral español vive desde hace décadas bajo una tensión permanente: la necesidad de proteger espacios naturales únicos frente a la voracidad urbanística y la presión del turismo masivo. Pocos enclaves representan mejor ese dilema que la playa de Los Lances, en Tarifa

En apenas 700 metros, los que discurren entre la piscina municipal y el Castillo de Santa Catalina, se concentra un microcosmos de conflictos y oportunidades que obligan a repensar el modelo de ciudad, de turismo y de convivencia con la naturaleza.

Los Lances es una de las playas más emblemáticas del municipio y del litoral andaluz. Escenario de deportes de viento de proyección internacional y destino de ocio familiar, es también un ecosistema frágil, con dunas que cumplen un papel esencial como barrera natural frente a temporales y subida del nivel del mar. 

Durante años, el desorden en el tránsito peatonal, la invasión de especies exóticas y la presión urbanística han erosionado su capacidad de resistencia. Al mismo tiempo, convenios y proyectos vinculados a parcelas litorales han despertado tensiones políticas y sociales, con un denominador común: la amenaza de reducir los espacios públicos y fragmentar un sistema natural que debería ser intocable.

La reordenación integral del frente marítimo que plantea el Ayuntamiento de Tarifa es, en este contexto, una oportunidad que no puede desaprovecharse. El plan se apoya en cuatro ejes que resultan ineludibles: restauración ambiental, accesibilidad y espacio público de calidad, protección patrimonial y regulación clara de usos. 

Es decir, se plantean medidas como defender las dunas mediante pasarelas elevadas y revegetación con especies autóctonas; garantizar un paseo marítimo continuo, seguro e inclusivo; preservar el valor paisajístico del Castillo de Santa Catalina, Bien de Interés Cultural, y ordenar la convivencia entre bañistas, familias y deportistas. 

Todo ello, con infraestructuras de bajo impacto, como sistemas naturales de drenaje, servicios mínimos y desmontables, y transporte público que reduzca la presión de los vehículos privados.

La experiencia de otros puntos de la costa mediterránea y atlántica demuestra que la improvisación y el urbanismo depredador conducen al deterioro irreversible. Tarifa debe mirar esas lecciones para no repetir errores. 

Ordenar Los Lances es también una oportunidad para redefinir el modelo turístico de Tarifa. Significa diversificar la oferta, extender la temporada más allá del verano, apostar por actividades sostenibles ligadas al patrimonio cultural y natural, y ofrecer un litoral donde residentes y visitantes puedan convivir sin conflictos de uso. El turismo del futuro no será compatible con la degradación ambiental; sí lo será con la autenticidad de un paisaje cuidado y con la calidad de los servicios públicos.

La playa de Los Lances condensa un dilema mayor: el de una sociedad que debe elegir entre ceder al cortoplacismo o construir resiliencia y valor a largo plazo. La respuesta debería ser obvia. Proteger las dunas, dignificar el frente marítimo, integrar el Castillo en un espacio público abierto y accesible y garantizar que las decisiones se toman con rigor técnico y legal no es solo una obligación, es una oportunidad histórica para Tarifa.

El Ayuntamiento tiene ahora la oportunidad de convertir Los Lances en un modelo de equilibrio entre desarrollo y conservación. Tarifa se juega en esta reordenación más que un tramo de litoral: se juega su credibilidad, su identidad y su futuro.

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