Serio y circunspecto, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha comparecido este jueves, tras el cese de Santos Cerdán de todos sus cargos orgánicos y públicos. Pero lo ha hecho con la simple idea de dar una explicación al respecto e intentar salvaguardar en todo momento su proyecto político del presunto caso de corrupción del secretario de Organización del PSOE que investiga –al parecer, ahora sí– la Guardia Civil. Para Sánchez es como si fueran dos temas completamente independientes: su proyecto "en el que confían y del que dependen millones de personas" (sic) está más allá de este tema. Al menos eso dijo de manera explícita.
Sánchez no asume, en definitiva, responsabilidades por este hecho (de los asuntos judiciales que afectan a su familia ni se habló). Dejó claro que no tiene intención alguna de disolver las Cortes y convocar ya elecciones generales. Tanto es así que ni siquiera contempla la posibilidad de 'saldar' lo ocurrido con una crisis de gobierno. A su juicio, como Cerdán no formaba parte del Gobierno, no ha lugar a dicha crisis. Su Manual de Resistencia, convertido en libro de autoayuda.
Eso sí, el presidente pidió disculpas de manera reiterada a los ciudadanos y a la militancia socialista, pero solo para tomar aire y decir, de manera expresa, que con el cese de Cerdán el PSOE demuestra que asume responsabilidades ante la corrupción, justo antes de poner en marcha el ventilador y decir que otras formaciones –por el PP, al que no citó en primera instancia, pero sí en segunda– no lo hacen.
Y ya, eso es todo... Sánchez, que consiguió auparse a la presidencia del Gobierno precisamente con la corrupción del PP como principal arma, entiende que lo ocurrido con Cerdán no le salpica ni a él ni a su proyecto. De hecho, entiende que tampoco propiamente a su partido –¡pese a que Cerdán es el número 3!–, si bien se ofreció a pedir una auditoría exterior al margen de las del Tribunal de Cuentas y realizar cambios inmediatos en la comisión ejecutiva federal del partido.
"Asediado por la oposición con múltiples cuestiones que nada tienen que ver con la realidad" (otra vez sic) se mantiene firme en intentar llegar hasta 2027 al frente de un "proyecto regenerador" que tendrá que pasar en los próximos días el filtro (y la propia resistencia) de sus socios y de una opinión pública que no sale de su asombro desayunándose con un escándalo diario –Koldo, Ábalos, Begoña, el hermano– desde hace meses.






