El fiasco de las 37,5 horas semanales: un tema laboral... y político

La inhibición del PSOE respecto a este tema, que era la medida estrella de Sumar para esta legislatura, y el voto en contra de un supuesto 'aliado' como Junts, deben tener consecuencias políticas

14 de septiembre de 2025 a las 09:08h
Imagen de archivo de Yolanda Díaz.
Imagen de archivo de Yolanda Díaz.

Son varias las apreciaciones que se pueden establecer del rechazo de la jornada de 37,5 horas semanales por parte del Congreso de los Diputados. Están las consecuencias laborales evidentes, pero también hay una serie de consecuencias políticas que se derivan de la falta de acuerdo del PSOE y Sumar con socios como Junts y cómo se ha producido este desencuentro.

Este fracaso del Ejecutivo ofrece claves muy interesantes. En primer lugar, hay que recordar que, dentro del gobierno de coalición, el PSOE ha dejado solo a Sumar en este asunto, en una jugada que tiene/tenía sus pros y sus contras, en función del éxito o del fracaso de la misma: no ha salido adelante y, desde el minuto uno, ha quedado claro que se trata de un tema de Sumar, que no era del PSOE, es decir, que la parte (muy) mayoritaria del Gobierno se inhibía de lo que ocurriera en lo que respecta a este asunto que nunca vieron como ‘suyo’.

Pero… ¿qué habría ocurrido si Sumar hubiera conseguido sacar adelante este asunto? Pues lo más probable es que, de repente, se hubiera convertido en un tema (común) del gobierno de coalición, con el presidente Sánchez copando protagonismo. Así es la política. Pero el rechazo de la Cámara ha reforzado la idea de que la reducción de jornada era cosa de Sumar y de Yolanda Díaz, la vicepresidenta que se ha quedado sola y ha visto que, por el momento, su proyecto estrella de esta legislatura no sale adelante. Por cierto… ¿Qué ocurre en casi todas las democracias europeas cuando ‘tú’ gran proyecto no sale adelante?: pues que se dimite. ¿Se espera la dimisión de Díaz o siquiera que se pida? Pues no, ni en España se dimite por algo así ni la petición está sobre la mesa, entre otras cosas porque no ha sido una iniciativa socialista, que es lo que le hubiera interesado al PP.

¿Y qué ocurrirá a partir de ahora con Junts, el partido del supuesto ‘bloque de progreso’ que ha dicho que no? ¿Cómo van a ser sus relaciones con el Gobierno? Sumar lo tiene claro, ya que ha empezado a hablar de los independentistas catalanes como “tercera derecha” (lo que siempre han sido, por cierto) y sacarlos dialécticamente de dicho bloque, pero está claro que ahí no va entrar el PSOE, que tiene ante sí una situación suficientemente complicada en España y Cataluña como para permitirse el lujo de una decisión de ese calado que, prácticamente abocaría a la convocatoria de elecciones generales.

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