A escena el verificador de las negociaciones con Junts

Los socialistas pretenden que ni siquiera se llegue a conocer su nombre –algo que se antoja muy complicado– y que sea un portavoz ajeno el que vaya dando cuenta de las negociaciones con Junts que se inician en Suiza

Acuerdos con Junts. Pedro Sánchez tras ser investido como presidente.
Acuerdos con Junts. Pedro Sánchez tras ser investido como presidente.

Uno de los puntos más sorprendentes del acuerdo entre PSOE y Junts que ha permitido finalmente que los independentistas catalanes de Carles Puigdemont votaran a favor de Pedro Sánchez fue, sin duda, el de la aceptación de un verificador o relator (según la fuente) que medie entre las partes y ponga negro sobre blanco lo que se habla y se acuerda. Se trata de una mediación entre partidos y no instituciones, pero a nadie se le escapa que la confusión está servida y tampoco desde el Gobierno se ha hecho gran cosa para aclarar esta ambigüedad ante la ciudadanía.

A pocas horas de que dé comienzo la primera reunión –en un país neutral como Suiza, en una ciudad como Ginebra que albergó en el período de entreguerras la Sociedad de las Naciones, el precedente de la actual ONU... como se ve, nada es por casualidad en las reivindicaciones de Junts, ni el escenario elegido– no se sabe a ciencia cierta quién o quiénes son los verificadores. De hecho, la idea de la que parte el PSOE –¿o el Gobierno?– es que no llegue a saberse y que todas las funciones de comunicación las asuma un portavoz aparte. Realmente parece imposible que no se acabe filtrando, y más pronto que tarde, quién o quiénes desempeñan dicha tarea.

La amnistía, la condonación de 15.000 millones de la deuda que Cataluña tiene con el Estado, Rodalies (Cercanías)... todos estos asuntos han sido aceptados por el PSOE y su entorno mediático, pero haría bien el propio presidente Sánchez en aclarar todo lo relacionado con el tema del verificador porque al final puede que un asunto que, evidentemente, se considera menor comparado, por ejemplo, con el de la amnistía, se convierta en un auténtico problema para el Gobierno.

Se ha hecho referencia al entorno mediático... medios afines, caso de El País, ya han destacado que una cosa es discreción y otra opacidad en las negociaciones. Con todo, lo curioso es que el toque de atención de este medio se ha relacionado directamente con la amnistía y con la "pretensión de salir indemne" de una decisión de este calado por parte del Gobierno, al tiempo que se afirma que el secretismo que se prevé en poco o nada ayuda a generar "confianza ciudadana" en lo que se está haciendo. En todo. Al final, el acuerdo con Junts (y probablemente también con ERC, siempre especialmente atenta a lo que ocurre con su 'enemigo íntimo') se sustenta en verdaderos equilibrios en los que ninguno de los, digamos, 'subacuerdos' que lo sostienen funciona de manera independiente, lo que hace que cualquier contratiempo en uno forzosamente tenga consecuencias en el conjunto.

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