Don Quijote, las máquinas de coser Singer, varias marionetas y una princesa de carne y hueso

Foto Francisco Romero copia

Licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla. Antes de terminar la carrera, empecé mi trayectoria, primero como becario y luego en plantilla, en Diario de Jerez. Con 25 años participé en la fundación de un periódico, El Independiente de Cádiz, que a pesar de su corta trayectoria obtuvo el Premio Andalucía de Periodismo en 2014 por la gran calidad de su suplemento dominical. Desde 2014 escribo en lavozdelsur.es, un periódico digital andaluz del que formé parte de su fundación, en el que ahora ejerzo de subdirector. En 2019 obtuve una mención especial del Premio Cádiz de Periodismo, y en 2023 un accésit del Premio Nacional de Periodismo Juan Andrés García de la Asociación de la Prensa de Jerez.

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 “— ¡Cuerpo de tal —dijo el ventero—, que aquí está el señor mase Pedro! Buena noche se nos apareja.

 “— ¡Cuerpo de tal —dijo el ventero—, que aquí está el señor mase Pedro! Buena noche se nos apareja.

Olvidábaseme de decir como el tal mase Pedro traía cubierto el ojo izquierdo y casi medio carrillo con un parche de tafetán verde, señal que todo aquel lado debía de estar enfermo. (…)

Preguntó luego don Quijote al ventero qué mase Pedro era aquel y qué retablo y qué mono traía. A lo que respondió el ventero:

—Este es un famoso titerero, que ha muchos días que anda por esta Mancha de Aragón enseñando un retablo de la libertad de Melisendra, dada por el famoso don Gaiferos, que es una de las mejores y más bien representadas historias que de muchos años a esta parte en este reino se han visto”.

Así reza el capítulo XXVI en la segunda parte del Quijote. Dando pie a otra de las locas aventuras del caballero andante. Cómo estando en una venta asiste a una representación de títeres por parte de Maese Pedro, que además lleva un mono adivinador. Títeres que cuentan una historia procedente del romancero: Gaiferos es un héroe o caballero al más puro estilo de Sigfrido o Roldán, que irá al castillo de Sansueña a liberar a Melisendra, presa de la morería. El caso es que el bueno de Alonso Quijano, bien dado a los sueños, terminará por creerse que la historia representada es realidad, toma su espada y se lía a mamporros con los moros enemigos, tratando de socorrer a Melisendra asimismo. Todo ello para asombro de Maese Pedro y el resto de circunstantes en la venta.

Esta historia fue aprovechada por Manuel de Falla, compositor español de música clásica y buen amigo de Federico García Lorca, al que también gustaban los títeres. Manuel de Falla escribió sobre ella una composición musical en ocho fragmentos y con similar argumento. Don Gaiferos asiste al castillo donde está presa su esposa Melisendra, en manos del rey moro Marsilia. Evidentemente escapan, pero son perseguidos por toda la morería y don Quijote termina por arremeter contra aquellos títeres con turbante y espada curva, poniendo patas arriba todo el teatro.

Manuel de Falla compuso esta “ópera” por encargo de una sorprendente mujer de la época, a mitad camino entre su sangre real, hija de un multimillonario, amante de otras mujeres, mecenas, protectora y admiradora de las artes musicales. Esa mujer se llamaba Winnaretta Singer, más conocida como Princesa Edmond de Polignac.

Winnaretta Singer había nacido en Nueva York en 1865. Heredera del que por aquel entonces dirigía una empresa mundialmente conocida: las máquinas de coser Singer. A la muerte de su padre se instala en París, donde se casa apenas rebasados los veinte años. Por aquel entonces ya era conocida por ser lesbiana. Al quedar viuda de su primer esposo, se vuelve a casar en 1893 con el príncipe Edmond de Polignac, también homosexual. Una relación donde el nexo común sería el amor de ambos por la música. Y hacia 1894 establece un salón de música en la mansión que tan artístico y curioso matrimonio mantiene en París. Desde entonces, y luego de la muerte de Edmond en 1901, Winaretta se convertirá en mecenas y protectora de toda una larga lista de músicos como Debussy, Ravel, Erick Satie o el propio Manuel de Falla, a quien la princesa encargó el “Retablo de Maese Pedro”, dedicado por igual a Winnareta y Miguel de Cervantes al comienzo de la partitura.

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