Pasada edición del Festival Xera, en una de las actuaciones de la plaza de la Asunción. FOTO: MANU GARCÍA.
Pasada edición del Festival Xera, en una de las actuaciones de la plaza de la Asunción. FOTO: MANU GARCÍA.

En una semana bastante estresante y convulsa marcada por la violencia en Cataluña, nos merecemos un respiro para disfrutar de la música en directo. Este fin de semana, en el centro, se ha celebrado con éxito el Xera Festival de Músicas del Mundo. Varios artistas de distintas nacionalidades han tocado entre la plaza de la Asunción y la Alameda del Banco, intercalando con actividades como talleres de baile o una jam session en plaza Plateros. Organizado por el Ayuntamiento de Jerez, se trata de la segunda edición de este festival, y esperemos que la segunda de muchas.

De esta forma, el Ayuntamiento amplía su oferta cultural, haciendo una apuesta por música alternativa a nuestro folclore. Todo un acierto, confirmado por los asistentes de otras ciudades vecinas que se desplazaron hasta Jerez. Incluso el parking de la Plaza del Arenal completó su capacidad. Se complementa así al panorama musical local, que se merece varias líneas.

La música en directo se ve cada vez más favorecida en Jerez. Dentro del casco histórico no es difícil encontrar una jam session o algún artista en Damajuana o en el 55 JazzClub. Puede que hasta poco a poco los conciertos en la plaza de la Asunción vuelvan a ser frecuentes. A veces la diferencia la marca un detalle tan pequeño como que en lugar de un restaurante que amenace con llamar a la policía porque el ruido espanta a los clientes, haya una cervecería que hasta aproveche la oportunidad para poner una barra exterior. Por lo tanto, es el momento perfecto para que la Delegación de Cultura estudie la posibilidad de un nuevo ciclo de conciertos en la Asunción para explotar esta simbiosis.

Fuera del casco histórico también ha habido grandes avances en la oferta musical. El más destacable ha sido la apertura hace pocos meses de la Sala Entropía, con un modelo de gestión innovador en la ciudad. La entrada libre y gratuita de todos sus conciertos facilita al consumidor de rock, metal o punk el acceso a la música en directo. Desde siempre, los espectáculos de estos géneros han sido mayoritariamente explotados por el sector privado. El bajo número de salas de conciertos permitía cierta libertad a la hora de fijar el precio del escenario una noche, con consecuencias en la taquilla. Una oferta más amplia de salas permite así una pequeña reducción de precios en el resto de las salas, favoreciendo al consumidor. Por lo tanto, la entrada de un nuevo competidor mejora bastante la situación global.

Después de los festivales, eventos en plazas y salas de concierto, el elemento más importante son nuestras bandas y grupos locales. La oferta también es bastante amplia, tanto que permite la existencia de hasta dos complejos privados de locales de ensayo. En mi opinión, en el mercado habría cabida y podría mejorar con un tercero, que a ser posible innovara y ofreciese a su vez alquiler asequible de equipo para los grupos más amateur.

Respecto a las bandas locales suele haber bastante controversia en las redes sociales. Su origen está en la diferenciación extrema de los grupos de versiones y los que cuentan principalmente con repertorio propio. No es difícil encontrar publicaciones de los segundos cargando contra los primeros y los locales que los acogen. El argumento principal es que se impide la innovación y el reconocimiento merecido al negar el espacio de los locales privados, yendo a lo seguro y cediendo únicamente a grupos de versiones. Aunque esta consigna sea completamente lógica, existen muchos matices que no hacen la situación tan fácil.

Un local no deja de ser un negocio, del que dependen también varios trabajadores. Es normal que si una banda con repertorio propio quiere que se le ceda un espacio debe asegurar que su convocatoria tenga éxito y no se presenten únicamente cuatro gatos. Solo la experiencia y el recorrido de una banda pueden determinar esto. Por ello, a veces se debe empezar de telonero, participar en concursos de bandas como el 6 grupos 6, organizado por el ayuntamiento para las bandas jóvenes, etcétera. A su vez, obligar a tus conocidos a asistir por compromiso como única forma de aforo puede ser un mal indicador, es sostener artificialmente algo que no tiene futuro. Tampoco todas las bandas de versiones tienen cabida, ya que hay que ser lo suficientemente bueno.

En todo caso, no se puede dejar de ver la música como una afición. En ese sentido es muy parecido al futbol. Hay que ser más que bueno para dedicarse profesionalmente a ello. Y aún así es un camino muy sufrido. Quién sabe si te vas a estancar en la segunda B cobrando lo justo para mantenerte. Sin embargo, no es difícil encontrar quien piense que va a acabar en primera o actúa como tal. Una ambición ciega que impide a los integrantes de la banda disfrutar de lo que hacen. Al final la música se resume en eso. Ya seas el que toca o el que escucha, lo importante es disfrutar, y mejor en compañía.

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