Hay quienes quieren hacernos creer que el wassap de Ábalos es como aquel héroe de leyenda apodado el Cid Campeador que según la mitología popular ganaba batallas después de muerto. Pero ni José Luis Ábalos es el Cid ni sus mensajes van a ganar la batalla de la desinformación por mucho que lo intenten los gobbelianos agitadores ultras del universo mediático.
Y digo esto último porque que se sepa a día de hoy ninguna de sus conversaciones a través de esa red social con Sánchez han podido desvelar que el presidente tenga responsabilidad alguna en las presuntas maniobras orquestales en la corrupción del exministro y su entorno. Por tanto, poco donde rascar El Mundo y sus colegas mediáticos de la fachosfera más allá del sensacionalismo de esas portadas con titulares teñidos de cianuro tan del gusto de la derecha extrema y la extrema derecha.
Descartados por el momento indicios de culpabilidad de Sánchez conviene no olvidar otras cuestiones, quizás de menor entidad, pero reveladoras del carácter del presidente y que tienen más que ver con aspectos perversos de su personalidad que con los negocios del exministro Ábalos. La forma en que se refiere a la ministra de defensa, Margarita Robles, es más propia de un detective privado de novela negra que del jefe del gobierno del que Robles forma parte. Y otro tanto podría decirse de la referencia al estado de ánimo de Susana Díaz en los días previos a la votación de las primarias que le enfrentaban a Juan Espada por el control del PSOE de Andalucía. Tiempo habrá para analizar con perspectiva histórica el modus operandi de Sánchez para acabar con la disidencia interna, pero el caso de Díaz es bien distinto.
Y pienso que es distinto por cuanto bien pudo Sánchez haber aprendido el proceder para la eliminación de disidentes de lo que Díaz había venido llevando a cabo desde hacía más de una década. Por eso me llevan los demonios cuando veo a Susana interpretando el papel de víctima sorprendida en algunos de esos programas televisivos que suele frecuentar.
Entran ganas de llamar al programa y recordarle algunos de sus logros étnicos más importantes. Recuerdo uno que me llevó a un fuerte enfrentamiento con ella cuando ejercía el cargo de secretaria de organización de JJSS de Andalucía y Bibiana Aido aspiraba, con el beneplácito de la dirección provincial del partido, a convertirse en la secretaria general de JJSS en la provincia de Cádiz. Movió Díaz cielo y tierra para obstaculizar el nombramiento de Aido que vio como se suspendía la celebración del congreso por obra y gracia de Susana Díaz. O el caso del histórico secretario general de JJSS de Andalucía Rafael Velasco que de la noche a la mañana desapareció de la escena política en beneficio de la susodicha compañera por mor de la filtración de determinadas cuestiones familiares.
Conviene por tanto no poner demasiado el acento en como se las gasta Sánchez con la disidencia interna no vaya a ser que alguien en Andalucía le recuerde a la ofendidita su histórico magisterio en tareas de tal naturaleza.


